No reaccionan

El sondeo del CIS correspondiente al mes de junio refleja que al decir de los españoles éste es un país de corruptos. Nada más y nada menos que el 85,6% afirma que la corrupción está muy o bastante extendida, tanto en los ayuntamientos como en los gobiernos autónomos y la Administración central, así como entre políticos, empresarios, empleados públicos y jueces. Según esto, vivimos en un lugar podrido.

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Otro dato. El mismo sondeo refiere que el descrédito de la clase política, a la que le compete el gobierno de este país, desde arriba hasta abajo, sigue al alza y marca un nuevo récord. Después del paro y las dificultades económicas, los políticos, como en encuestas anteriores, siguen manteniendo la tercera plaza en el orden de las preocupaciones de los españoles. Pero, si en el mes anterior era el 22,1% los que los catalogaban como un problema serio, en este último ya son el 24,7%. 2,6 puntos más de desafección en sólo 30 días. Es evidente que el movimiento 15-M y el arrope que ha cosechado no han surgido por generación espontánea.

Lo sorprendente del caso es que pese a esta malsana deriva no se atisban signos de reacción entre esa clase política cada vez más desacreditada, a cada jornada que pasa, entre sectores más numerosos. Los hay, incluso, que provocadoramente se suben los sueldos, dando más pábulo a la desconsideración creciente. El nivel de aturdimiento o enajenación resulta alarmante. No termino de comprender cómo siguen siendo incapaces de reactivar mecanismos o comportamientos, que frenen ese deterioro que a nada bueno conduce. ¿A qué esperan?

Hemos llegado a un extremo en que no sólo son criticados, que bien merecido se lo tienen, porque, como acertadamente señalaba esta semana José Miguel Pérez en la sesión de investidura de Paulino Rivero como presidente del Gobierno de Canarias, el desafecto de los ciudadanos hacia la vida política no está carente de argumentos, precisamente porque se ha confundido la política con el mero ejercicio del poder y el medraje; sino que ya han alcanzado la condición de sospechosos por definición y hasta son objeto de chanza, como ha ocurrido con el físico de la ministra de Sanidad, Leire Pajín, a propósito de una foto en la que se le veía en bikini. ¿Tanto se ha abierto la veda que la dignidad de los que están en política no merece ser respetada?

Claro que es a ellos a los que les toca hacerla valer, recuperarla. Les toca rescatar la política con mayúsculas. Porque, en situación de crisis política lo que toca es, precisamente, más Política.

Por eso no entiendo el nivel de postración en que se encuentran casi todos. Tanto que algunos, como el ya nuevo presidente de Extremadura, por la gracia de la abstención de los diputados de Izquierda Unida, José Antonio Monago, en su declaración de intenciones ante el Parlamento decía: «Menos Administración Pública y menos políticos, y más sociedad y más emprendedores».

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Pues no. La política, la buena política y los que la hacen realidad son necesarios.

Qué reaccionen, acaben con tanta tibieza y, de una vez por todas, destierren la imagen, que ya nos describiera Azaña, de que la política es holgazanería retribuida.

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