Millones

El horizonte es una montaña de 480 millones de euros por donde sale el sol de los presupuestos del Estado. Los aplausos de Coalición Canaria, incluso anteriores a la tramitación parlamentaria, muestran la saciedad del insularismo gobernante, que se da por satisfecho con tal de mantener la estabilidad sobre el alambre. Las rutinas de la minoría tratan de aparentar como normalidad hábitos de vasallaje, con tal de garantizar la plaza más allá de las exigencias de Asier Antona, al que en Tenerife prefieren cautivo de las urgencias de Estado. El Régimen Económico Fiscal del Archipiélago fue una cosa antes del resplandor insularista, y otra cosa más ridícula con él. Donde antes florecían las libertades comerciales, ahora existen serias dificultades para comprar y vender desde Canarias porque ni el Estado, ni Europa ni, en general, las multinacionales perciben que este ultramarino requiera de un trato diferente, digan lo que digan los apéndices de las leyes estatales. En la era de Internet, algún ingenuo le echa la culpa de esto a Correos. Ahora todo se arreglará con 480 millones de euros, pero si ese régimen se arrastró dentro de la financiación autonómica, fue porque nadie opuso la resistencia suficiente. Año por año, el Estado resta unos 700 millones de euros a los servicios básicos de los canarios, un siseo que los palmeros justifican por la crisis desde antes de que estallara. Ahora que ya no hay recortes, reponen 480 millones. En Madrid sigue extendida la creencia de que esto que muestran los mapas son cagadas de moscas, islas como mucho, más que un pueblo con conciencia colectiva. Por plantear un referéndum, a Cataluña le caen 4.000 millones de euros sólo en infraestructuras. Y en Euskadi se negocia «de igual a igual», dice Urkullu sin nadie que le rechiste. De esto Mario Cabrera se ha dado cuenta ahora. Otros aún no se atreven a entenderlo, ni falta que les importa.

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