Martes Santo del Cristo del Granizo

Viernes, 17 de julio 2020, 09:39

Claudio de la Torre, al escribir sobre el tamaño de la ciudad de antaño, tomó una curiosa vara de medir y señaló como la «ciudad antigua, como decíamos, podía medirse en la Semana Santa con el paso lento de los tronos. La procesiones iban de convento a convento dando la vuelta al recinto amurallado, y por eso no pasaban nunca de San Bernardo, que era el último monasterio camino de las Isletas». La medida física y espiritual del Martes Santo la dio siempre la procesión del Cristo Atado a la Columna o Cristo del Granizo, como se le denominó por los vecinos pues, como recoge el cronista Isidoro Romero Ceballos, inesperadamente tras procesionar por las calles vegueteras y entrar en la iglesia de Santo Domingo, donde fue entronizada en 1780, al año siguiente de su primera salida procesional, dado que permaneció un año en casa de su donante, el canónigo oriundo de La Palma Felipe Alfaro y Franchy, que la encargó al afamado escultor madrileño Tomás Antonio Calderón de la Barca, a quién se la ha atribuido de siempre, «estando el cielo y la luna clara, con sólo algunos celajones tendidos en la mitad de nuestra atmófera, repentinamente se abrieron sus pozos para arrojar sobre la ciudad una granizada tan terrible, entremezclada de una lluvia tan pesada, con relámpagos y un trueno que puso en gran temor a muchas personas de la ciudad». Es enormemente característico, y así lo señala y destaca desde final de la década de los años treinta del siglo pasado, el hermoso trono de plata cuadrilongo en el que procesiona en la actualidad, adquirido siendo párroco de Santo Domingo José Marrero y donada en 1928 toda su candelería y zócalo bajo por el conocido empresario Manuel Campos Padrón, cuya familia ostentó su patronazgo, que luego, durante algunos años, estuvo al cuidado de la familia Rodríguez y Rodríguez Matos. En la actualidad, cuando se ha incorporado a la Procesión Magna de la tarde del Viernes Santo, acompaña de nuevo al Cristo del Granizo una representación del Ilustre Colegio de Abogados, revestidos con sus túnicas reglamentarias, pues esta institución en 1894, siendo su decano Tomás de Zárate y Morales -quién el Domingo de Ramos de 1913 se convirtió en el primer presidente del Cabildo de Gran Canaria-, acordó aceptar el patronazgo de esta salida procesional. Inolvidable Martes Santo que podemos rememorar en los versos de Ignacio Quintana Marrero, el primer pregonero de la Semana Santa laspalmeña, al cantar cómo «por las calles de Vegueta/ sube el Cristo del Granizo,/ La Virgen de las Angustias/ y San Juan, el morenito».

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