Los montes vuelven a la vida
Los suelos volcánicos son resistentes y poco susceptibles a la erosión en condiciones naturales. Sin embargo, perturbaciones ambientales como fuertes precipitaciones o incendios forestales pueden llevar a procesos erosivos catastróficos. La restauración de los espacios degradados es clave para poner freno a esos procesos.
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Aunque pueda parecer lo contrario, en Canarias «cada vez hay más bosques». El profesor de la Escuela Superior de Ingeniería Agraria en la Universidad de La Laguna (ULL), Juan Carlos Santamarta, asegura que es así porque en las Islas se ha seguido «un criterio conservador» respecto a las masas boscosas, en torno a las que ya no hay actividad económica que conlleve su explotación. Llegar a esa afirmación lleva detrás años de trabajo para revertir un proceso de degradación que décadas atrás parecía imparable. Si bien los suelos volcánicos de las Islas son resistentes y difíciles de erosionar, la mano del hombre o perturbaciones ambientales como temporales o incendios forestales pueden llevar a procesos erosivos que podrían ser catastróficos para un territorio como el archipiélago canario. Medidas como la restauración de la cubierta forestal y de los espacios degradados resultan vitales para frenar la erosión del terreno y los procesos de desertización que en las islas orientales ya empiezan a ser acuciantes. Abordar la restauración de espacios naturales no es sencillo y menos aún en una región tan sensible como la Macaronesia, por eso Juan Carlos Santamarta y Jorge Naranjo, doctores ingenieros de Montes, llevan años poniendo en valor los sistemas forestales insulares y divulgando, científica y técnicamente la importancia de su preservación. Con su último libro Restauración de la cubierta vegetal y de espacios degradados en la Región de la Macaronesia, en el que participan un total de 31 autores, abundan en la recuperación de estos espacios, partiendo de nuevas experiencias realizadas en Canarias. A día de hoy, asegura Santamarta, «todas las repoblaciones que se realizan en las Islas tienen un carácter eminentemente protector» con el objetivo precisamente de evitar el riesgo de erosión y por tanto de perdidas de suelo, pero también de sustituir la vegetación existente para recuperar la que corresponde al ecosistema intervenido o para acelerar el proceso evolutivo de una vegetación que esté muy degradada. Las principales repoblaciones que se llevan a cabo en las Islas tienen que ver con la restauración tras los incendios, pero también en bosques de laurisilva, para sustituir especies foráneas, y en zonas áridas, sobre todo terrenos agrícolas abandonados.
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