Vea la portada de CANARIAS7 de este lunes 8 de diciembre de 2025

La violenta sutileza de Araujo

Viernes, 17 de julio 2020, 09:47

En el fútbol, cada ciclo necesita sus iconos. La Unión Deportiva estaba huérfana de ellos tras las sucesivas ventas de talento al por mayor y lo decepcionante de algunos de sus relevos. Ahora ha aparecido como una centella Sergio Araujo. Futbolista de bajo pesaje pero de chispa incontrolable. Con un golpeo tan violento como sutil, como el que se estrelló en la red tras haber franqueado el peaje de la escuadra izquierda de la portería del Llagostera en el segundo gol del estreno en Liga.

Publicidad

Araujo recibió su primera gran ovación. Fue uno de los protagonistas del encuentro con su gol. Pero también lo fue por un remate cruzado que hizo chasquear el aluminio del poste de la portería de René. O por probar fortuna con un disparo envenenado cuando solo habían transcurrido tres minutos del partido.

Sergio Araujo (28/01/1992) no se dosifica. Ante el Ibarra y ante el Marítimo de Funchal ejecutó algunos de los goles más bellos de la pretemporada. Todos mostrando la increíble capacidad de su tren inferior, herramienta con la que acomoda el balón.

Es de esos delanteros clásicos. Un canchero, que dirían en su Argentina natal. Su tanto al Llagostera llama la atención por la explosiva dureza con la que el balón, desde el balcón del área, partió desde el empeine de su bota derecha. Pero en el gol hay una exhibición majestuosa de recursos. Primero tiró el desmarque con inteligencia, habilitando un pasillo por el que David Simón filtró con delicia el pase. Pero luego protegió el balón con diligencia, acompañó varios metros la carrera del esférico sin necesidad de tocarlo, engañando con la cintura a los zagueros, para acabar colocándolo en la escuadra en un solo toque.

En Araujo se percibe ese instinto que distingue a los delanteros vocacionales. Da igual que el ritmo del partido le obligue a jugar de espaldas, a pivotar de forma asociativa con los que emergen de la segunda línea. Si el recibe el balón, no ha pasado un segundo y ya está mirando de frente al guardameta del rival. Es genético, instintivo. Es su razón de ser, de eso se nutre en su ecosistema profesional. El ariete de 22 años tiene claro que le distingue, que le va a hacer especial. Lo hace igual bajo el rigor de la competición que en una sesión de entrenamiento. Lo vive.

Publicidad

Araujo, El Chino, recibió ayer su primera ovación en el Gran Canaria. La grada se le rindió. Él lo asumió con esa cara de felicidad que parece portar indefectiblemente desde el primer momento que aterrizó en la Isla.

Es la primera demostración de un futbolista que promete no convertirse en un ídolo de barro. Cree que ha llegado para dejar huella.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Regístrate de forma gratuita

Publicidad