La mujer guanche sin estereotipos
R.R.
Lunes, 20 de julio 2020, 08:24
Asomarse a la exposición La mujer guanche. La fuerza invisible, en el Museo Arqueológico de Tenerife, requiere de una buena dosis de capacidad de análisis. Sin ella no resultará fácil abordarla. Sólo el hecho de que la imagen de mujer no aparezca en el espacio expositivo ya coloca al visitante frente a la realidad, sin edulcorar, de la figura femenina aborigen.
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Montar una exposición sin apenas material que la sustente fue la primera dificultad a la que se enfrentaron los que, como Cande Rosario y Rafael González Antón, llevaban años dándole vueltas a cómo mostrar a la mujer guanche y su papel en la sociedad aborigen de Tenerife sin estereotipos ni idealizaciones. Y arrancaron justamente con lo que tenían: las crónicas posteriores a la Conquista de la Isla, sin apenas mención a las mujeres, fragmentos óseos, cerámicas, pieles cosidas... y poco más. El sábado pasado, coincidiendo con la celebración al día siguiente del Día de la Mujer, abría sus puertas en el Museo de Arqueología de Tenerife La mujer guanche. La fuerza de lo invisible.
"Fue un poco casualidad", admite Rafael González Antón, exdirector del museo y alma máter de la exposición, quien, sin embargo, cree acertada la coincidencia porque la exposición "no intenta ser un reflejo de la actualidad, pero sí es una revisión de hoy para analizar las situaciones de la mujer en el pasado".
Pero, ¿cómo era la mujer guanche? Pues justo como la muestra el propio espacio que alberga la muestra: invisible. Ni una sola figura femenina y su ámbito reducido a un tercio de la sala. El resto, el más amplio y luminoso, lo ocupan el hombre, sus dominios y sus actividades públicas, un tagoror que simboliza el poder, y que está prohibido para la mujer guanche, que tiene su lugar en la casa.
Desde la esfera privada, no sólo sostenía la actividad del hombre, sino la pervivencia de aquella sociedad. "No se recrea cómo vivía en su reducido espacio, sino cómo era esa mujer" por medio de su trabajo, explica Cande Rosario. La laboriosidad de la mujer guanche apoyada en las piezas que realizaba, en restos de pelvis con rastros de haber parido y dedos de costurera, reflejo de su trabajo de las pieles, o las vasijas que elaboraba, llenan su pequeña cueva; pero también está allí lo intangible porque, "en su día a día, era el sustento de la sociedad, la que transmitía los condimentos, la que curaba y la que hacía posible la pervivencia del grupo", asegura Cande Rosario.
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