La desviación del 26J
La novedad fundamental del 26J es que Podemos no ha logrado el sorpasso ante el PSOE y Ciudadanos se desinfla. Dicho de otro modo, hay un bipartidismo de alguna manera para rato y los denominados partidos emergentes han tocado techo o directamente decaen en el caso de la formación liderada por Albert Rivera. No es poca cosa como clave en cuanto a la conformación del sistema de partidos. Otra cuestión es la gobernabilidad y el dilema de cómo resolverlo. Es decir, seguimos con la sombra de unas posibles terceras elecciones. Así de claro. Y no porque no haya mayoría absoluta posible sino que la suma de bloques a izquierda y derecha es similar. Por lo tanto, la victoria del PP se refuerza amén del voto útil que el 20D fue para Ciudadanos pero que ahora (ante el temor de las expectativas generadas por Podemos) vuelve al PP. Mariano Rajoy tiene en este momento su liderazgo interno garantizado. Y la derecha ideológica en nuestro país seguirá pivotando sobre el PP a largo plazo. Ya Ciudadanos no es su principal competidor sino, en todo caso, un pacto desde la izquierda pura. Es como si de cierta forma, aunque sea débil, el bipartidismo resistiera. Y todo porque se constata la decepción de Podemos que tras sumarse IU sigue en las mismas. Y por los resultados arrojados en las urnas, Pablo Iglesias ha tocado techo. Por consiguiente, la posibilidad de unos terceros comicios generales no es descartable. O no lo son en cuanto que está por ver quién está decidido a sacrificarse en los próximos días. Rajoy demandará la Presidencia de una gran coalición e Iglesias exigirá a Pedro Sánchez un pacto de izquierdas que tampoco suma del todo. Vamos, un tablero similar (con todos los matices que quieran) al del 20D. Lo que ha cambiado de fondo es que Ciudadanos queda renqueante con respecto a los otros tres. Y Rivera debería repensar si es porque ha girado posiciones ideológicas con demasiada rapidez o si el supuesto centrismo que esgrime no vende electoralmente. Ya existe el recuerdo del CDS durante la década de los años ochenta que acabó al final diluido. Pero claro, Rivera ni por asomo es Adolfo Suárez. Podríamos decir que casi todo sigue igual. Y las incógnitas son las mismas. Lo que ocurre es que Rajoy redoblará la presión, como es natural, fruto del aumento de escaños del PP. Y el PSOE sigue siendo a fin de cuentas imprescindible en el sudoku pendiente de la gobernabilidad. Permítanme la licencia, casi podríamos habernos ahorrado estas nuevas elecciones. Ármense de paciencia, esto va para largo.
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