Urgente Uruguay, Arabia Saudí y Cabo Verde, rivales de España en el Mundial

El ruedo ibérico

Juan J. Benítez de Lugo Massieu

Viernes, 17 de julio 2020, 08:34

España, lenta pero inexorablemente, se va acercando a un esperpento de Valle Inclán. Algunas autonomías, sí, esas en las que usted está pensando, parecen alguno de los personajes sacados de Luces de Bohemia, donde el protagonista intenta sacar más dinero y ante el fracaso monta una algarada en la calle, es arrestado y acaba en la trena . Lo verdaderamente sorprendente es la manera de reafirmar la identidad nacional que tienen algunos basada en el folclore popular, todos cogiditos de la mano sea como sea la música o la letra de la canción y luego compartir mesa y mantel en una barbacoa en el monte o montaña de turno, que, según dicen, tienen propiedades  taumatúrgicas, intentando olvidar el agravio infringido, unos por los Reyes Católicos, otros por Felipe V, donde todos reivindican un carácter distinto del resto mientras enarbolan cada uno su bandera con ánimo de olvidar las derrotas sufridas por la bota del tirano opresor . Muchos se sienten orgullosos de tener su propia policía, televisión y, cómo no, también un banco que sea el embrión de la hacienda propia, creyéndose el ombligo del mundo, cuando en realidad es más de lo mismo. Esto, como la mayoría del los aldeanismos, se cura viajando. Y si hablamos de las banderas, resulta que son legión los que dicen ser los padres del invento, al igual que el himno con musica y letra incluida que casi siempre coincide con del cancionero popular , que a su vez fue un descubrimiento de anteayer. Otros, invocando el pasado soberanista, cuando el que mós no aguanta tres abuelos que  sean del lugar, reescribiendo la historia a su gusto, diciendo lo que está bien y lo que no. En definitiva, te das cuenta que nos han ido adoctrinando a través de mitos, leyendas y mentiras que no se las creen ni ellos mismos. En  los tiempos que corren, donde la economía se resiente, aparecen de forma cíclica los que enarbolan la bandera del racismo,  xenofobia y cualquier otra ideología que tapen sus propias miserias para justificar  los errores de una política  injustificable. Ahora aparecen una serie de personajes que se rasgan las vestiduras porque el jefe del Estado se permite, en el ejercicio de sus funciones, defender la Constitución cuando otros la atacan, ¡menuda desfachatez! Cada uno puede ser lo que mejor le parezca y defender sus ideas, pero lo que no se puede es ser imbécil. ¡Viva el pacto fiscal! Parece el grito de moda, cuando a lo mejor se confunden y lo que realmente quieren decir es: ¡Viva Cartagena! Lo único que voy a sacar en claro es que con toda esta movida cada vez voy a leer con más fluidez los subtítulos en la televisión. Me temo que debemos hacer primero que el mundo sea un poco más honesto y menos ingrato antes de poder decir honestamente a las nuevas generaciones que la honestidad es la mejor política. Ahora bien, no nos olvidemos que ingrato es quien niega el beneficio recibido; ingrato, es quien no lo devuelve ; pero de todos los mas ingratos son los que lo olvidan.

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