El regreso del asesino de Cathaysa
Antonio F. de la Gándara
Viernes, 17 de julio 2020, 09:36
Te has enterado, De la Gándara? El asesino de Cathaysa está en la cárcel por la violación de otra niña». Así, como quien comenta el tiempo, me lo espetó una procuradora de cuyo nombre no pienso acordarme en las puertas del Palacio de Justicia de Las Palmas. Era un lunes, un lunes tonto, concretamente el del 28 de febrero de 2005.
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Lo procesé al ritmo creciente de mi pulso: Jesús Agustín Hernández Renes, el incalificable sujeto que el 7 de junio de 1987 había violado y asesinado a una niña de 10 años en el barrio de Feria del Atlántico, uno de los peores monstruos del imaginario local, había cumplido su condena 46 años, pero con las redenciones del antiguo código y había atacado a otra niña, antes de cumplir seis meses libre. Yo había estado en el juicio.
Una noticia brutal, para el común de los mortales. Una exclusiva como pocas, desde la óptica de un reportero que cubre tribunales en un periódico de provincias. Cierto, es un trabajo en el que es mejor no implicarse demasiado.
Recuerdo la tarde de aquel lunes tonto como una tarde de pura adrenalina, saltando de una conversación con una fuente de la Audiencia de Las Palmas de cuyo nombre tampoco pienso acordarme, estaríamos buenos a charlas con un sargento de la Guardia Civil de la provincia de Madrid; de ahí a la directora de comunicación del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, entonces Elisa Beni (la mujer del magistrado Javier Gómez Bermúdez) y de ésta a Manuel Tuero (D.E.P.), notable abogado que en su día había defendido a Renes resultó que nada más salir de la cárcel se había pasado por su despacho a pedirle perras , y de Tuero al entonces director de régimen de Navalcarnero, donde había cumplido sus últimos años de pena (se había descubierto un complot en Salto del Negro para asesinarlo). A las siete de la tarde dejé de sudar. Lo teníamos.
El periódico salió al día siguiente abriendo con la exclusiva: «El asesino de Cathaysa es detenido en Madrid acusado de la violación de otra niña». La información captaba los primeros datos: el ataque había sido en agosto; dos meses antes, Renos había ido a ver a Tuero para preguntarle por alguna editorial interesada en su historia y le había dejado una carta en la que, entre otras perlas, escribía: «Ojalá no dejaran salir de la cárcel nunca a asesinos de niños como yo».
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