El lado más instintivo y salvaje del veterano Jacques Doillon

El galo Jacques Doillon (1944) desembarca en el festival avalado por una filmografía compuesta por 43 títulos entre los que destacan Ponette (1996) ganadora del premio a la Mejor Película extranjera del Círculo de Críticos de Nueva York, El pequeño criminal (1991), que obtuvo la Mención de honor y el Premio Internacional de la Crítica en el Festival de Berlín o La pirata (1984), interpretada por su exmujer Jane Birkin.

Tras presentar Mes Séances de Lutte en los festivales de Berlín, Filmlinc y París, el cineasta llega a la cita grancanaria con un filme que califica de «instintivo y salvaje».

La trama, según explicó en rueda de prensa, parte de un guión basado en sensaciones íntimas, luego los actores tienen la libertad de intervenir en los diálogos. «Cuanto más se me escapa la historia más interés tiene porque no sé de dónde viene», apuntó el realizador que subrayó que en el filme los cuerpos expresan mucho más los sentimientos que los diálogos. «En muchas películas se sabe lo que piensan los personajes pero sus cuerpos están ausentes», dijo este heredero de la Nouvelle Vague que cree que directores como Wim Wenders o Wong Kar-wai evitan el cuerpo en sus películas, mientras que él, en esta cinta, se acerca más a la danza corporal de Sed de mal, de Orson Welles.

BILLAR CORPORAL. El rodaje de Mes Séances de Lutte tuvo que ser infernal. Sin embargo, los actores estaban dispuestos a dejarse la piel en él. «Me gusta trabajar con actores de gran voluntad», comentó el director que llegó a repetir las escenas de lucha entre 20 y 30 veces. Y es que quería que sus cuerpos fueran como «bolas de billar que se golpean y se atraviesan». De hecho, contó que Sara Forestier le confesó que nunca había actuado con todo su cuerpo «desde los pies a la coronilla» y que, cada tarde, le enseñaba sus nuevos moretones. «Estaba orgullosa de ellos», dijo Doillon, que recalcó que en las luchas no hubo improvisación para evitar daños físicos.

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