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El escudero fiel que nunca dejó de ser capitán

Lunes, 20 de julio 2020, 07:55

Es el último de la fila en la candidatura del PSOE al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Y además, repite a petición propia; ya ocupó la misma plaza en los comicios de 2007, y aunque no es proclive a las supersticiones, si entonces le fue bien al partido, cree que ahora puede volver a transmitir el mismo entusiasmo. Desde ese punto de vista, con él puede entenderse aquello de que los últimos serán los primeros.

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En su caso, porque siendo el último de la lista es el primero al que llama el alcalde Jerónimo Saavedra cuando surge algún imprevisto, el primero en despachar los asuntos de la agenda diaria, y el que tiene la última palabra en muchos de los asuntos de la vida cotidiana, y de la vida política, del veterano dirigente socialista. No en vano ejerce como su secretario particular desde hace casi quince años.

La tarea tiene sus particularidades; atención permanente, discreción absoluta, y garantía de fiabilidad en el criterio. Todo eso sin perder el buen humor, porque Luis Carlos Núñez, al que sigue llamando Capi hasta aquel compañero del colegio Claret llamado Juan Fernando López Aguilar, es de esa clase de personas que siempre encuentra el lado bueno de las cosas, de los que colocan las flores y las medallas para que otros las disfruten.

A él le encanta contemplar el resultado de sus esfuerzos desde la distancia, habitualmente retirado de los focos, pero sin alejarse demasiado para escucharlo todo sin esperar a que nadie le cuente lo que está pasando. Para una correcta descripción del personaje, sería necesario medirle los silencios a Luis Carlos, porque es el ejercicio que más practica a diario. Si de alguien pudiera decirse que vale más por lo que calla que por lo que dice, aquí está.

En eso reside precisamente su aportación; en organizar el mundo alrededor de uno de los personajes más intensos del Archipiélago con la habilidad de los duendes invisibles, porque no es fácil seguir el ritmo de Saavedra.

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El retrato de Luis Carlos Núñez necesita elementos simples; pocas palabras, las corbatas siempre conjuntadas, un reloj en hora y un oído muy fino para estar atento a los movimientos del mundo. No es que sea un hombre discreto, es que se esmera en hacer bien su trabajo.

Antes en el PSOE «se daban bofetadas por ocupar el último puesto de la fila», pero ahora está Luis Carlos, y nadie protesta. Quienes le conocen saben que su aportación es algo más que testimonial.

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