El día en el que Marina reinó sobre las olas
Precursora del bodyboard en Canarias, Marina Taylor consiguió convertirse en un mito de este deporte cuando en 2006 consiguió ser la primera europea campeona del mundo de la disciplina, tras acumular un sinfín de entorchados nacionales y europeos. Ahora, sin la presión de la alta competición, aprovecha su experiencia sobre las olas para preparar a las nuevas generaciones.
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Motivada por el entorno, nace en Playa Chica, en Las Canteras, Marina comienza a cabalgar las olas desde muy temprano como divertimento natural. «Me crié a la altura de las rocas, los lisos, donde me tiraba con mis hermanos desde muy pequeña. Éramos cinco trastos y mi madre nos soltaba en la playa. Cuando comprobé que se me daba mejor, con seis o siete años, me atreví con la barra, aunque muchas veces me echaba a llorar porque no conseguía pasar», recuerda Taylor, campeona del mundo años más tarde.
Aquella niña, pronto comenzó a llamar la atención de usuarios y deportistas de la playa capitalina. «Destaqué desde muy pequeña. La gente me decía que tenía talento. Yo, por diversión, me inventaba maniobras con la tabla. Luego descubrí que eran movimientos profesionales». Con solo 9 años llega su participa en la primera competición oficial invitada por la organización. No ganó en la Cícer, pero dejó la impronta de la campeona en la que se convertiría años más tarde. «Aquel día las olas eran muy grandes. Casi me ahogo por los nervios que pasé. Era la única chica que participaba y conseguí mi primer esponsor».
A partir de ese momento, la carrera deportiva de Marina comenzó a despegar. Aún menor de edad, sus hermanos la acompañaron por todas las competiciones nacionales y europeas tras sobresalir en el circuito canario. «Mi primera participación en un europeo fue en el 90. Tenía 13 años y competía con chicas de 20, pero conseguí ser finalista. Lloré muchísimo por no ganar... Al año siguiente vencí y conseguí un viaje a Hawai para participar en el campeonato del mundo. Había logrado estar en la Meca del surf, pero no me dejaron competir por ser menor de edad».
Después de aquella experiencia agridulce, la grancanaria comenzó a coleccionar títulos por todo el mundo. Una autoexigencia desmedida, su ambición sin límites por ser la mejor, la llevó a lograr el título mundial en 2006 tras dos subcampeonatos consecutivos. Fue la primera europea de la historia que lo consiguió. «Era el sueño de mi vida. Ser la mejor en la cuna del bodyboard , en Pipeline, la ola más famosa y peligrosa del mundo. Parecía un imposible, pero yo estaba segura de mi talento y pude demostrárselo a todo el mundo».
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