El club espera que Lobera active otra reacción

Viernes, 17 de julio 2020, 08:42

Al igual que allá, a mitad de octubre, con la UD agonizando en el sótano de la tabla, Miguel Ángel Ramírez blindó a Sergio Lobera y le dio carrete en contra de la opinión mayoritaria, decisión que los resultados acabaron premiando, ahora, con la temporada colgando de los 180 minutos que restan, se confía en que el técnico tire de manual y estimule de manera positiva a una plantilla en franca depresión. Nada compromete, de momento, el futuro del entrenador a corto y largo plazo, apalabrada su renovación desde hace meses y sabiéndose partícipe del próximo proyecto pase lo que pase. «Le pedimos que luchara hasta el final por el ascenso y eso se va a cumplir porque así está pasando. Por esa parte, Lobera ha alcanzado los mínimos que se le exigieron, con unos números, además, que no tienen sus predecesores en muchos años para atrás», sostiene un dirigente del club cuestionado por la opinión que reina en Pío XII acerca del aragonés, camino ya de junio.

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Pero de igual manera que se aplaude su decente papel al frente del equipo, en el que ha sido su debut en el fútbol profesional, el pistón de la exigencia no se frena a dos encuentros vista y, estimando que la oportunidad sigue vigente, se confía en que varíe el patrón de las últimas jornadas. Dentro y fuera del césped. «Se ha podido equivocar», afirma alguno de sus superiores en el organigrama cuando analizan el curso de los acontecimientos, «pero es algo que forma parte de la profesión y también resulta fácil analizar a toro pasado cuando todo ha ido peor de lo esperado». Infrautilizar hasta el ostracismo a Pando es uno de los puntos cardinales que vertebran la contrariedad que hay en el club sobre alguna de sus últimas decisiones. «Que en el banquillo frente al Mirandés estuviera Pedro Vega y no Pando, con el déficit de goles que tenemos, es sorpresivo. Como que Chrisantus acabe jugando de lateral para vigilar las subidas de un contrario como ocurrió en Huesca. Que Atouba entre y salga, al igual que Javi Castellano o Momo...», abundan en el análisis. Tampoco gusta que el técnico hay exhibido algún ramalazo revanchista en sus comparecencias, como cuando alude «a los pesimistas», y ni mucho menos el ataque de intimidad que le dio la semana pasada ocultando a los medios de comunicación una sesión de trabajo en Las Canteras («si quería tranquilidad fuera de ojos curiosos, el lugar no era el más adecuado»), gesto que, por encima de su nula relevancia, se interpreta como sintomático. Con todo, se valora su firmeza a la hora de censurar errores propios y encajar críticas. El vértigo no le puede. De momento.

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