El buen corazón no tiene límites
El anexo del Banco de Alimentos de Las Palmas de Gran Canaria en Lanzarote lleva repartidos desde su llegada a la Isla (hace cinco años) un millón de kilos de comida a los más necesitados. Sin embargo, la demanda ha bajado en 2.000 personas este año.
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El responsable del Banco de Alimentos en la Isla, José Luis Trujillo, celebra estos días un número de récord, al haber alcanzado el millón de kilos de alimentos repartidos entre los más pobres en estos últimos años de crisis y de precariedad.
Desde que el Banco de Alimentos de Las Palmas de Gran Canaria decidió abrir un anexo en Lanzarote, Trujillo y los voluntarios que han pasado por este almacén de la calle Honduras, en el popular barrio de Altavista, no han dejado de velar por los más desfavorecidos, por llevar comida a las casas de los parados y por abastecer con leche a niños o enfermos.
En diciembre cumplirán cinco años de intenso trabajo repletos de campañas y cuestaciones para hacer acopio de alimentos y productos de primera necesidad y donde se ha puesto a prueba, con evidentes muestras de apoyo, la solidaridad de los lanzaroteños. Durante este tiempo, los números hablan por sí solos. Solamente en lo que va de este ejercicio han repartido ya 300.000 kilos de comida; y esta semana que este lunes se estrena iniciarán otra campaña de reparto de otros 97.000 kilos, que ya tienen a punto para su distribución este verano. Se trata de la primera entrega del año 2015 y marca el inicio de la presente campaña.
«Para reunirlos, de nuevo ha sido vital la solidaridad de los lanzaroteños», tal y como explica el propio responsable José Luis Trujillo. «El pasado mes de junio hicimos dos operaciones kilo sólo en las dos tiendas de en Arrecife y logramos recoger más de 8.500 kilos de comida», matiza. «La gente es muy generosa, dan mucho más de lo que les pides».
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Sin embargo, y pese a que todavía es mucha la demanda de alimentos en la Isla, en el último año las cifras se han visto reducidas considerablemente, explica el responsable del Banco de Alimentos.
«Hasta el año pasado repartíamos comida a 10.000 personas y en lo que llevamos de este la cifra de necesitados se ha reducido ya en 2.000 personas. Esto a nosotros nos llena de satisfacción, porque significa que las cosas están mejorando y la gente empieza a encontrar trabajo y a poder rehacer su vida», indica. «Sin embargo, todavía son muy altas las cifras de familias necesitadas y mientras seamos necesarios, seguiremos en la lucha», zanja.
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