"El asesino de mi hermana, un lobo carnicero"
Marisol Ayala
Lunes, 20 de julio 2020, 07:05
El asesinato de su única hermana, Isabel Canino Rivero, de 37 años, cuyo cuerpo sin vida fue hallado en un fosa séptica de una casa situada en el Camino de la Hornera, número 60, en San Cristóbal de La Laguna (Tenerife), propiedad de quien le acosó y la maltrató hasta la muerte, convirtió a Eladia, de 47 años, en su voz, en su memoria y en la mujer que sigue luchando para aquella crueldad que soportó su hermana no caiga en el olvido. Esta semana, el 21 de marzo, se cumplen tres años de aquél suceso que conmocionó a la opinión pública por los ribetes de crueldad con que se empleó Salvador Alberto Morales Méndez, de 50 años hoy, el hombre que había sido pareja de Isabel durante más de tres lustros y quien se encuentra en prisión cumpliendo 19 años de condena por el asesinato en el concurrió la alevosía. Salvador Alberto está pendiente, asimismo, de otro dictamen judicial: tres años más de prisión que solicita el Juzgado de Violencia de Género de Tenerife.
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No nos equivocamos al afirmar que el caso de la infeliz Isabel, los 72 días previos al hallazgo de su cadáver, fue seguido con gran expectación por toda la sociedad; búsquedas infructuosas, puerta a puerta, hasta que las investigaciones se encaminaron hacia la fosa séptica de la ya mencionada casa de la Hornera que desde el primer momento señaló con firmeza Eladia: «Mi hermana está enterrada en esa fosa, búsquenla». Eladia llevó a cabo tal labor de investigación por su cuenta y riesgo que supo de la existencia de esa casa y supo, también, de la fosa séptica que incluso íntimos del asesino desconocían. «Es más», recordaba hace unos días en Santa Cruz de Tenerife, «sabía que él había comentado a una persona que si un día tenía algo que esconder lo metería ahí, en ese agujero». Fue en la tercera inspección a la casa sospechosa cuando la Guardia Civil halló el cuerpo de la joven en el lugar donde había señalado su hermana. Por fin aparecía la fosa. El relato que la sentencia hace de ese momento es espeluznante: la asfixió, la metió en la fosa y la selló con cemento Sadismo y una loza de hormigón que pudo servir para ocultar el cadáver si la tenaz Eladia hubiera desistido.
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