Destrucciones

Los científicos andan estos días entusiasmados con la discusión sobre las formas de destrucción del Universo. La observación de las estrellas confirma que todo tiene un principio y un final, y la Tierra, o el sistema solar en su conjunto, no puede escapar de esa dinámica. Es cuestión de tiempo, entre otras cosas.

Publicidad

Stephen Hawking, de visita estos días por Tenerife, ve muy capaz a la Humanidad de destruir el planeta en el próximo siglo, por error o por iniciativa propia, en cualquier momento antes de que el Sol acabe por tragárselo en el plazo de 7.600 millones de años. Ese es el margen, mañana mismo o cuando se hayan agotado todas las posibilidades. Ya se han consumido dos tercios del ciclo de esta forma de vida, así que todo está más cerca.

«Vamos camino de la nada», dejó escrito Arturo Maccanti. La polémica sobre este asunto le trae ya sin cuidado. El jueves se marchó, atrás queda ese dolor que dejan los poetas muertos sin haber sido funcionarios. Honda expresión de la experiencia vital, huella en la mirada vestida de palabras. También su poesía describe finales, retrata ese espacio vacío que flota a merced del agua y las estrellas. Se fue con la certeza confirmada de que todo se acaba.

Viene un científico, se va un poeta, los jueces dictan el final de una biblioteca. Todo puede pasar enseguida. En un momento confluyen elementos ajenos entre sí y lo que parecía permanente se disuelve. Lo que está mal construido tiende a caerse antes; para saber eso no hace falta asomarse a los telescopios. Lo saben hasta los poetas decentes absolutamente ajenos a la ingeniería financiera.

El físico más famoso del siglo XX y de lo que va del XXI cree que el ser humano debe colonizar otros rincones del espacio si quiere sobrevivir a sus propios desastres. A ver cómo se lo explica a esta manada de incautos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Regístrate de forma gratuita

Publicidad