Centenario de los exploradores grancanarios

Lunes, 20 de julio 2020, 06:36

La Alameda, reducto de ciudadanía reclamado por ese grupo cariñosamente denominado «los niños de La Laguna» como símbolo del progreso al que aspiraba la capital grancanaria en las décadas centrales del siglo XIX, fue un espacio urbano que facilitó mucho el emprendimiento cívico y vecinal en la organización de festejos, ferias, conciertos, actos colombinos y el mismo carnaval, y que cobró una nueva dimensión y compromiso con el porvenir de la juventud grancanaria cuando a partir de 1914 se convirtió en el punto cotidiano para la evolución de los entrenamientos y las pruebas gimnásticas de Los Exploradores, la novedosa asociación juvenil que tempranamente entró también en las islas, tras su creación por Baden Powell en Inglaterra en 1907 y sus primeros pasos en España en 1912, y que, como resaltaba un cronista local en junio de ese año fundacional, mostraban como «no son ineficaces esas marchas y esos estudios: dan luz á la inteligencia, vigor á la voluntad, energía y elasticidad al cuerpo. Esto último se logra mediante los ejercicios físicos bien graduados que constituyen uno de los más importantes fines del programa de los boy scoüts» Sin embargo, ya en las actas del Real Club Náutico de Gran Canaria de septiembre de 1913, atendiendo los fines de la entidad creada para difundir el deporte, pero también «muy principalmente contribuir al progreso y prosperidad de la isla», aparece una primera propuesta de su presidente, Gustavo Navarro Nieto, para establecer en la isla la «sociedad titulada Boy Scouts», lo que constituye un primer precedente para su organización en Canarias. Aquel año 1914 muchos jóvenes grancanarios soñaban felices con noticias de sugerentes, modernas y novedosas aventuras como los intentos de llegar al Polo en aeroplano del teniente de navío Nagusüy, jefe de la Escuela Militar de San Petersburgo, o del teniente Porter de cruzar el Atlántico en el hidroaeroplano América, pero también soñaban con materializar sus ansias aventureras en las actividades que comenzaban a desarrollar los recién creados Exploradores, la delegación local de aquellos Boy Scouts «siempre listos para servir» que, desde Inglaterra, habían extendido su método pedagógico y su presencia por muchísimos países de todo el mundo, y que en Las Palmas de Gran Canaria se organizaron desde el mes de octubre del año anterior en una primera tropa en la que se inscribieron muchísimos niños isleños bajo la dirección del que está considerado como fundador del escultismo canario Emilio Ferrer Valdivielso, quién en un informe que presentó en 1916 ya señalaba como le cupo el honor de «traer la representación del Directivo Nacional, y algún conocimiento de la organización y fines de esta admirable y recién implantada escuela de ciudadanía y de virtudes estudiada prácticamente en aquellas poblaciones de la península ibérica que pude visitar a raíz de la hermosa fundación que Iradier trajera de Inglaterra y adaptara a nuestro suelo, hábitos y necesidades», dándola a conocer a través de una serie de artículos en los diversos periódicos locales del momento y organizando posteriormente, el 8 de enero de 1914, una conferencia de presentación del proyecto en el salón de actos de la Sociedad Filarmónica, que por aquellos años tenía su sede en la calle Juan de Quesada nº 3, junto al Barranco Guiniguada, en la que estuvo acompañado por los primeros cuarenta exploradores grancanarios y que se considera en acto fundacional de Los Exploradores, los Boy Scouts, en Gran Canaria. Si, tal cual reconoce el propio Ferrer Valdivielso, los comienzos no fueron tan fáciles como puede dar a entender las presencia constante de las actividades de la organización en la prensa, las numerosísimas y curiosas fotos que se conservan hay muchas en el archivo de la FEDAC que vale la pena mirar con detenimiento, algunas en lugares tan curiosos como los Siete Lagares en Tafira Alta o en sus excursiones por Bandama-, o las difundidas campañas de la Fiesta del Árbol, para la que incluso Pino Apolinario llegó a facilitarles unos terrenos en Las Rehoyas, que visitaron en agosto de 1914 el «Presidente del Comité Provincial de nuestros Exploradores, acompañado del ingeniero jefe del servicio de montes Sr. Parías, del Sr. Peiró y del Sr. Gómez Ayau» para «levantar el plano de aquellos terrenos con objeto de hacer el estudio de la fiesta del árbol que allí han de celebrar los Exploradores el próximo otoño», también es verdad que, según señala el fundador en su informe, y que ratificaban Rafael O’Shanahan y Francisco Gourié, «no nos faltó el estímulo y aún la ayuda material de algunas personas que, interesadas en nuestra labor, han secundado nuestros esfuerzos en la medida que sus recursos se lo han permitido», al tiempo que resaltaba como «por lo que respecta a nuestra capital podemos enorgullecernos de contar con una Tropa que, hasta el día de la fecha (1916), ha podido hacer un brillante papel donde quiera se ha presentado». El 25 y el 29 de abril de aquel año fundacional tuvo lugar en la Alameda de Colón una ceremonia de presentación oficial y bendición por el Sr. Obispo de su primera bandera, entregada por la Marquesa de Acialcazar, así como una fiesta escultista, actos que disfrutó un público numeroso ya acostumbrado a seguir cada tarde los entrenamientos y actividades que los Exploradores realizaban en ese amplio y hermoso espacio trianero, donde cantaban el himno El Explorador compuesto por el inolvidable músico grancanario Rafael Dávila, que también llegó a dirigir la pequeña banda con que aquí contaron Los Exploradores. Ese año, tras la primera caminata del 1 de febrero desde Bravo Murillo hasta El Lomo, con regreso por el barranquillo de San José y despedida en La Alameda, ya se realizaron excursiones a diversas localidades como San Lorenzo, Tenoya, Santa Brígida, Firgas, Moya, Buen Lugar, Teror, Arucas, Guía y Gáldar donde, aparte de desarrollar sus programas de entrenamiento, en varias de ellas se buscaba instaurar secciones locales de los Exploradores. También tuvo lugar un viaje a Tenerife, a la vez que una amplia representación de los Exploradores tinerfeños, creados en esas mismas fechas, vino a Gran Canaria en marzo de 1915; unos encuentros y vivencias que representan la creación y presencia del escultismo en Canarias. Ahora, cien años después de su fundación en aquellos años tan trascendentes para la isla, en el que se también se crearon instituciones tan fundamentales como el propio Cabildo Insular o el primer Instituto, sus herederos directos, los Scouts de Canarias, han conmemorado esta efeméride, que en buena medida es de toda la sociedad isleña, con numerosos actos que concluyen con una recepción de gala en el Gabinete Literario, a escasos metros del que fue su espacio primigenio en la capital grancanaria, al tiempo que renuevan pública y formalmente su compromiso de servicio a esta sociedad, dispuestos, como ya les señalaba su código de hace 100 años, a hacer «cada día una buena acción, por modesta que sea».

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