Bravo y lo normal
Dijo este viernes Bravo, en la ceremonia de recepción del Archivo Negrín, que era hora de elevar «a la categoría política de normal lo que a nivel de la calle es normal» y que «es normal reconocer la categoría de un hombre como Juan Negrín». Tan normal fue Bravo que hasta reconoció el papel de su antecesor en la presidencia del Cabildo, el socialista José Miguel Pérez, en la consecución del logro que se celebraba.
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Bravo no lo dijo todo, pero Pérez, al que las exigencias del protocolo negaron un puesto en la mesa presidencial, es el culpable de que la Caja de Reclutas sea hoy la Fundación Juan Negrín y de algunas otras cosas.
Que Pérez, un socialista, trabaje para recuperar la figura de Juan Negrín López, otro socialista, es normal. Lo de Bravo es lo que no es tan normal si nos guiamos por los parámetros a los que nos tiene acostumbrados la política.
Tal vez el hecho de que Bravo hiciera algo anormal -coger el testigo de la corporación anterior y apoyar a la Fundación Juan Negrín- a juzgar por anteriores actuaciones de su partido en Gran Canaria y ahora mismo en el resto de España contribuya a hacer llegar la verdad de la Historia a sectores ultramontanos que aún se aferran a las mentiras de la dictadura.
A esa gente cansina que repite el mito del oro de Moscú como si fuera un mantra; a esos mismos a los que no les entra en la mollera ni la contundencia de un acuerdo del Consejo de Ministros, tal vez les llegue la normalidad que Bravo, con acierto, ha importado de la calle.
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