Azúcar, arte flamenco, 12 de octubre
Es curioso, y hasta enormemente sugerente, que la historia grancanaria, de alguna manera, tenga como símbolo elocuente de su devenir, de muy diversos momentos álgidos, a diversos productos agrarios. Podemos hablar de la Gran Canaria del azúcar y de la vitivinicultura, de la isla de la cochinilla y el tabaco, o del plátano y el tomate, entre otros que también pudieran tener su significado como la cebolla, el pepino, la naranja, la papa o la manzana. Un orbe de producción agraria que tuvo un entronque decisivo con el mundo de las costumbres y las tradiciones insulares, pero también con el de su cultura, la popular y la clásica y/o académica, que aprovechó la fuente de riqueza que estos productos generaron para fomentar su presencia entre la población y en sus instituciones. La Casa de Colón (...) ha ofrecido unas Jornadas que, bajo el título de Azúcar y Mecenazgo en Gran Canaria. El oro de las Islas, siglos XV XVI, ha estado dedicadas a estudiar el efecto que tuvo para la isla esta producción, que Madeira ya llevaba entonces muy adelantada y que a la postre, cuando era un verdadero y fluido negocio internacional, América nos arrebató, con una especial mirada al arte flamenco que en este ir y venir de buques mercantes nos llegó desde los Países Bajos, lo que permitió que toda aquella riqueza que se acumulaba permitiera la aparición de una de sus ya tradicionales proclividades y manifestaciones, la del mecenazgo, con lo que el arte europeo más puntero del momento llega a las islas gracias al azúcar y deja una huella espectacular de la que aún hoy se benefician. En este sentido hay que resaltar lo dicho por la coordinadora de estas Jornadas, la doctora Ana Viña Brito, que ha señalado con meridiana claridad como en aquella temprana época de la historia isleña la «economía se organizó en torno al azúcar en muy poco tiempo y los ingenios proliferaron de forma inmediata a la conquista, siendo su punto de partida la isla de Gran Canaria» Unas jornadas organizadas por la Consejería de Cultura del Cabildo de Gran Canaria con la colaboración de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria, en cuyo elegante salón de actos, en el edificio de las Academias Municipales, el profesor Dr. John Everaert, de la Universidad de Gante, en Bélgica, habló sobre la vida de El mercader-hacendado Daniel Van Damme (1554-1609), quizá la primera vez en que un flamenco habla con detenimiento y buen conocimiento de ese otro flamenco del siglo XVI que se naturalizó en Gran Canaria, dejó una página ineludible de su historia, los comienzos de la vitivinicultura, y hasta le dio su nombre a un volcán, el de Bandama. En fin, unas actividades de enorme altura en estos días de conmemoraciones colombinas, atlánticas, hispanoamericanas, que ya soñara el propio Agustín Millares Torres, cuando en la década de los años ochenta del siglo XIX, desde la Real Sociedad Económica, de la que era su Bibliotecario, ya preparaba los actos conmemorativos del 400 Aniversario del Descubrimiento de América en Gran Canaria -que también es isla colombina por historia y derecho propio-, que logró organizar con enorme altura y trascendencia, dejándonos el magnífico monumento a Colón, en la alameda de su nombre en Las Palmas, pero también el impulso de estas celebraciones que luego se vigorizarían con la creación de la Casa de Colón y la puesta en marcha de sus actividades. Azúcar, arte, cosmopolitismo, ricos ingredientes para una conmemoración fundamental para Canarias que como dijo el escritor venezolano Uslar Pietri «si han sido la puerta de América para los europeos, también son la puerta de Europa para los americanos», y hoy Gran Canaria y su puerto una verdadera puerta para el futuro de las islas y de todo este ámbito del Atlántico.
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