Aito: "Yo no grito, mi mensaje llega desde la naturalidad"
¿Recuerda cuál fue el primer partido de baloncesto que dirigió? ¿En Primera División? Porque antes ya había estado en categorías inferiores. Fue diez años antes de empezar la ACB. Hace más de cuarenta. Dirigía al Círculo Católico de Badalona y nos enfrentamos al Náutico en su pista. Ganamos. ¿Esperaba, entonces, estar más de cuarenta años en el oficio? No. Bastante trabajo tenía pensando en el presente como para entretenerme en pensar en el futuro ¿Dónde arranca su vocación? Desde que jugaba en el Estudiantes, casi sin darme cuenta, ya me gustaba fijarme en la manera de entrenar de los técnicos. Recuerdo que, siendo un infantil, terminaba mi entrenamiento y me quedaba a ver cómo se trabajaba con el juvenil. Y, cuando estaba en edad juvenil, hacía lo mismo para ver al primer equipo. Estudiaba a los entrenadores, tanto a los que yo tenía como a otros que veía. ¿Tuvo alguna figura referencial? Aprendí de todos los entrenadores que tuve. De todos saqué cosas que me ayudaron. Durante dos veranos fui intérprete de un técnico norteamericano que vino a entrenar a la selección española, aunque luego no lo hizo, y también fue una referencia importante para mí. Aprendí mucho de él. Se llamaba Ed Jucker. ¿Cuál es el secreto para adaptarse a los tiempos? Desde el principio tuve la suerte de ir en la línea de futuro del baloncesto.Al principio fui muy discutido con lo que hacía en mis equipos, pero con el paso del tiempo ha ido sucediendo. Por ejemplo: antiguamente todos los equipos jugaban con cinco jugadores los cuarenta minutos. Yo, en cambio, utilizaba más jugadores, pues quería más intensidad en el juego y únicamente cinco no podían aguantar. Disponía de ocho o nueve. Al cabo de los años, todo el mundo hace lo mismo. Pero más allá de la adaptación de aspectos técnicos puramente relacionados con el baloncesto, lo más importante es adaptarte a la sociedad, que es muy diferente a la de hace cuarenta años. ¿Y qué cambios específicos detecta en el baloncesto? Ahora se juego más intenso, hay más importancia de la parte física. La clave para que siga a este nivel, insisto, es que me he adaptado a la sociedad actual a la hora de exigir a los jugadores. No sólo en un jugador, sino también en un estudiante, un trabajador. ¿Se han perdido valores? Se han dado momentos en que sí, desde que se instauró el profesionalismo. Ahora, sin embargo, considero que gran parte de los profesionales ven en el baloncesto también su afición, que disfrutan con lo que hacen, por lo que, en este sentido, pienso que se están retomando, de alguna manera, los valores antiguos. Pero la figura del jugador de club están en vías de extinción... Es producto de las ofertas económicas y que, sí, ha terminado por desnaturalizar un poco a los equipos. Se han dado casos de equipos que no han mantenido ni dos jugadores de un año para otro y eso, desde luego, no es beneficioso. ¿El Joventut, que tan bien conoce usted, es el último club romántico en este panorama? Probablemente sí. Debido a que sus presupuestos son más limitados, tira de la cantera, que es lo suficientemente fructífera como para ir alimentando constantemente a su plantilla profesional. ¿Ha dado más Aíto al baloncesto o el baloncesto a Aíto? No se puede medir. Es una vida dedicada a esto y, además, con grandes satisfacciones. ¿Cuál es su motor motivacional para que pasen los años y siga ilusionándose con un proyecto? Hay muchos entrenadores que hacen lo mismo que yo y sin ser conocidos. Hablo de los que dirigen un cadete o un infantil en un colegio, por poner un ejemplo. Y muchos son mayores que yo, y ahí siguen. Pero habla de técnicos que no tienen su historial ‘top’. Títulos, selección, descubridor de Gasol, Navarro, Rudy, Ricky Rubio... Los títulos te dan una satisfacción externa. Ganar campeonatos en España, ganar campeonatos internacionales... Pero la satisfacción interna de estar entrenando a tu equipo de infantiles y ver cómo los chavales disfrutan, mejoran, se contagian de los valores que les tratas de inculcar para que jueguen juntos, tengan sentimiento de pertenencia al equipo... Por encima de los títulos que te puedan dar más o menos fama, ahí veo yo la mayor satisfacción que puedes tener. Disfruto más cuando noto la progresión de un canterano que cuando gano algún titulo. ¿Podría rescatar una secuencia de su carrera? Es imposible, son demasiados años en el baloncesto. Podría hablar de la primera etapa en el Cotonoficio, en el Barça, el paso por el Joventut, la selección española, Sevilla... Sí puedo decir que he disfrutado muchísimo en todas mis etapas en los distintos clubes. ¿Se siente querido por la gente del baloncesto? Según pasa el tiempo, más me siento querido por todos. En momentos de un presente rabioso en los que la gente le dio importancia a no haber ganado la Copa de Europa en un momento determinado... Pero a largo plazo la gente tiende a ser más agradecida con lo que le has podido dar. ¿Y en la cancha? ¿Ahí también lo percibe? Me concentro totalmente en el juego, en mis jugadores y, después, en el equipo rival... En la pista no me entero de lo que pasa más allá. Pero luego, en la calle, pues sí, te llega todo.Y, redundando en lo anterior, ves que se valora mucho lo que has hecho por el baloncesto. Hablan de su personalidad aséptica y reservada. ¿Le gusta que le reconozcan por la calle? Terminas por acostumbrate, te guste o no. No hay otro remedio. Pero tantas décadas expuesto a la parrilla mediática y siempre ha resguardado su intimidad, su vida más allá del banquillo. ¿Es ésa la clave para mantenerse tan entero? Soy entrenador y por eso me conocen. Que a mí me pueda gustar pintar no es trascendente para la gente. Sí lo es lo que yo le pueda aportar al Gran Canaria. Así entiendo yo mi función y mi papel. Joaquín Costa le presentó aludiendo a su historial. ¿No le incomoda que cuando se habla de usted se recurra continuamente al pasado? Lo importante, lo que cuenta, es el presente. Pero es imposible excluir lo que te ha pasado anteriormente. Pero siempre ha resaltado que no quiere vivir de lo que ha hecho. Estoy orgulloso de mi pasado, pero no hay nada más importante que lo que hay ahora y queda por venir. ¿Cómo están siendo sus primeras horas en el Gran Canaria? Todo muy positivo, con la gente encantada de iniciar un nuevo proyecto, con la idea común de que todos lo haremos bien, de que será así. ¿Tiene suficientemente estudiado ya al club? Desde el punto de vista externo. Me queda la faceta interna por si quiero cambiar algunas cosas porque desde fuera es imposible hacerte una visión completa de lo que tienes. Hasta que no empiezas a entrenar, no lo sabes. He hablado mucho con Berdi Pérez y con Joaquín Costa para captar todo lo posible del Gran Canaria. Otra vez con Joaquín Costa. ¿Quién se lo iba a decir? Ha pasado el tiempo pero mantenemos la amistad. Aludió al afecto para venir. Pero es fácil quererle por su trayectoria. ¿Qué más le sedujo? El afecto y el haber hecho las cosas bien. Un club consolidado en todos los aspectos, deportivo y económico, algo que ahora mismo no pueden decirlo muchos clubes. Aquí sabes que lo que trabajes puede tener una repercusión en el futuro. Eso también lo considero. Y saber que se quiere mejorar, que es la aspiración que compartimos club y yo. Dicen que no fue fácil convencerle para tener que coger tanto avión... He montado muchas más veces en avión que en autobús (ríe). Lo que más me incomodan son las largas esperas en los aeropuertos. ¿Cómo gobierna Aíto un vestuario? ¿Qué estilo tiene en la gestión interna? Hay que diferenciar a los jugadores, cada uno es un mundo. En mi caso no hay gritos, porque entiendo que, por encima de todo, lo que debe llegar es el mensaje. Yo lo puedo transmitir sin gritar, con naturalidad. Y privilegio el colectivo: aquí somos todos importantes. Y los jugadores deben motivarse cada día, no esperar a que se lo pida el entrenador. ¿Asume que le pedirán el máximo desde el primer momento por su historial y por el listón que le han dejado? Eso es estupendo e inevitable, pero nosotros tenemos que centrarnos en lo que podamos hacer, no en lo que quiera uno o lo pida otro. ¿Qué recuerda del baloncesto en Canarias cuando usted empezaba? Cuando era jugador del Estudiantes, vinimos a jugar un partido a la pista del Náutico y, al día siguiente, otro contra lo que entonces era el Claret, en un campo descubierto. De aquella época a la actual han cambiado las cosas algo, ¿o no?
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