A la vida eterna con Muti
Con una Muerte y transfiguración que dejó sin aliento al abarrotado auditorio Alfredo Kraus, y un bis memorable de Nabucco, de Verdi, que puso en valor su bicentenario frente a las hordas wagnerianas que han intentado sepultarlo, Muti triunfó en el estreno en Canarias de la Sinfónica de Chicago. Se habla de muerte plácida. Incluso, de muerte dulce. Pero no es más que una leyenda. Fallecer nunca puede ser agradable. Hasta anoche, opinaba más de uno en el auditorio Alfredo Kraus de la capital grancanaria, tras escuchar la memorable versión del poema sinfónico Muerte y transfiguración, de Richard Strauss, que acababa de regalar la Orquesta Sinfónica de Chicago, dirigida por Riccardo Muti, en el concierto inaugural de la 30ª edición del Festival Internacional de Música de Canarias. Quienes conocen la pieza de Strauss saben de su belleza y delicadeza. Pero en manos de esta formación norteamericana, considerada como una de las mejores del planeta para algunos críticos, la mejor, supuso un auténtico ascenso plácido a la vida eterna. Brilló, sobre manera, una sección de cuerdas con predominio asiático, que parecía un solo instrumento, y unos clarinetes que un cursi llamaría celestiales. Antes, Muti abrió la noche con Giuseppe Verdi y una versión de Música del ballet de Macbeth, muy aclamada por el público que hace días agotó las localidades del Auditorio. Tras el descanso, con más de uno aún levitando tras el impresionante final del poema sinfónico de Strauss grabado a fuego en su memoria, la Sinfónica de Chicago interpretó una selección de la suite de Romeo y Julieta que, a tenor de las constantes toses del respetable en una ocasión, hasta Muti se sobresaltó al final de una de las suite por un bufido perruno a pulmón libre a su espalda. Tras los aplausos, Muti se dirigió al público. Despacio, en italiano, puso en valor el bicentenario del nacimiento de Verdi y «la gran pasión del pueblo español con la ópera italiana», al regalar un fragmento de la melodía de Nabucco, que puso en pie al Auditorio tras una apasionada interpretación. Una elegante bofetada sin manos de Muti para los wagnerianos que tanto lucharon en 2013 por sepultar a Verdi frente al universo nibelungo.
Publicidad
Noticias relacionadas
Regístrate de forma gratuita
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión