Un examen final en octubre

Manolo Jiménez se juega su crédito y continuidad, pese a la ratificación del presidente, en un partido sin margen de error y que viene marcado por las urgencias de una UD que lleva tres jornadas sin ganar, sin marcar y ofreciendo síntomas pésimos

Jueves, 16 de julio 2020, 19:16

Ignacio S. Acedo Las palmas de Gran Canaria

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La secuencia es la que sigue: la UD viene de hacer en Almería un partido «lamentable», según calificativo del propio Manolo Jiménez, que se une a otros tantos anteriores también bastante discutibles, y, durante la semana, irrumpió el presidente para pronunciar la palabra maldita (crisis) y negar que el entrenador esté cuestionado. Así luce el patio en octubre en un equipo de catálogo en el que no se preveían estas historias con tanta prontitud. Malos resultados, pésimas señales y el técnico dando debates. Poco en comparación con lo que puede pasar hoy si el despertador sigue sin sonar y Las Palmas no gana. Las necesidades están a la vista de todos y la situación no tiene retorno. Una victoria sería anestésico. Lo demás conduce a un lío de los grandes. Lo saben Ramírez, Jiménez, los jugadores y los valientes que se acercarán al estadio. No corren buenos tiempos para darse un salto al Gran Canaria luego de un inicio de temporada decepcionante, muy lejos de lo que se prometía y con síntomas preocupantes. Claro que si sobra algo es optimismo y esperanza y la UD tiene en su mano restituir respeto y fama, los dos rasgos ahora en el alambre. Se le pide forma y fondo, pero conviene que privilegie lo último, los puntos. Luego seguro que se dará la estética, que tampoco supone condición imprescindible para imponerse en esta categoría, más dada al sudor, a la pierna y a la efectividad que al decoro. El problema para la UD es que, últimamente, ni una cosa ni otra, lo que hace una mezcla insostenible, ausentes fútbol, méritos y resultados, que aboca a esta coyuntura de máxima presión. Nadie disimula. Es lo que traen estos lodos.

Dado el mal funcionamiento colectivo de las fechas más recientes, parece una obviedad la inclusión de alguna modificación en el once. Con lo que se ha venido apostando no alcanza y Jiménez, que tampoco es torpe, evitará reincidir en errores. Cantado el regreso de David García a la defensa por un Mantovani que está tieso, también en el centro del campo se anuncian modificaciones. Timor, Ruiz de Galarreta y Maikel Mesa no terminan de encajar y todos los dedos señalan al vasco, tan transparente en ataque como ausente en labores de presión robo, Se abre la vía Javi Castellano como sostén y tampoco se descarta que se dé paso a interiores pegados a la cal, con Blum y Fidel como elegidos. Arriba habrá que ver si el tridente Mir-Rubén-Araujo coincide desde el primer minuto. Se hace difícil sentar a alguno y ahí tiene un bendito problema el cuerpo técnico. Ayer no lo descartó y sabe que no habrá reproche alguno si la fórmula no funciona. Parece un lujo arriesgado guardarse a alguno con la que está cayendo y tampoco ofrece dudala valía de cada uno en un frente ofensivo obligado a descerrajar. A intercambio de golpes en las áreas, mejor hacerlo con estos tres en el campo. Rubén tiene que volver, Mir está crecido con sus goles en la sub-21 y del Chino se pueden esperar muchas y buenas aportaciones tras dos partidos en los que ya ha podido amoldar los pulmones. Lo mejor está por venir

Del Numancia las referencias hablan de un bloque bien parado en su campo, que gravita siempre desde atrás y con mayor amplitud cuando juega fuera de casa sin responsabilidades organizativas. Llega al alza, sin goles encajados en las tres últimos jornadas y al calor de dos triunfos consecutivos, excelente pegamento para su estima y confianza. Diamanka, Viguera e Higinio ponen el buen pie y el remate en un conjunto solidario y con cuajo, capaz de aprovechar la que le den y de plantarle cara al rival que le pongan. El pasado fin de semana despachó al Zaragoza. Viene a por más.

Poco ha de importarle o condicionarle a Manolo Jiménez la propuesta del enemigo. Porque, ahora sí, quiere un paso al frente de sus hombres, decididos, en apariencia, a ponerlo todo en su sitio después de unas semanas en barbecho. A peor es imposible ir y siempre amanece.

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Dicen que la UD siempre vuelve y hoy es el día. Ayer hasta hubo un guiño cómplice y que ayuda con la caída del Málaga, hasta ahora intratable y que también parece humano. Hay partido y tiene que ser el que ponga fin al luto y traiga días mejores. La receta, tan sencilla, tan ansiada: ganar y volver a alzar los brazos al cielo. Ha llovido desde la útima vez.

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