Gainza ilumina el mundo del arte en ‘La luz negra’
La autora argentina María Gainza ha elegido el mundo que mejor conoce, el del arte, para embarcarnos en una aventura casi surrealista en su segunda novela La luz negra.
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Una joven entra a trabajar en una oficina de tasación de arte y, a partir de ahí, comienza una aventura errática que la lleva a bucear en la bohemia bonaerense de los años 70.
Ficción y personajes reales se mezclan en este delirio donde se nos desentrañan las miserias de un mercado sensible a manipulaciones de todo tipo. «El arte y el dinero son dos ficciones culturales que lindan con el acto de fe», dice la protagonista de la historia, y es en ese territorio ilusorio donde Gainza hace magia con la palabra y da valor a las quimeras.
Siguiendo esa máxima, la atribulada narradora aboga por el engaño como lenguaje artístico y se ve envuelta en una trama de falsificadores de arte que la lleva a reconstruir, con cierto dramatismo y delicadeza, la vida de una pintora real, Mariette Lydis. Una mujer que la enfila hacia un propósito más difícil; el de reconstruir la biografía de su falsificadora, La Negra.
El libro, aunque breve, cambia de tercio continuamente para conducirnos por distintas peripecias y personajes sin un destino cierto, como si la autora, crítica de arte, estuviera hastiada de ese mundo y buscara recovecos para entrar en parajes más impredecibles y, de paso, cuestionar la calidad de la palabra de los que determinan qué tiene valor y qué no en el mundo del arte. Al fin y al cabo, como dice su maestra en el mundo del delito, ¿una buena falsificación no puede dar tanto placer como un original? ¿En un punto no es lo falso más verdadero que lo auténtico? ¿Y en el fondo no es el mercado el verdadero escándalo? Desde este punto la historia fluye por muchos meandros en busca de las fuentes insondables de la belleza.
Título: La luz negra
Autora: María Gainza
Editorial: Anagrama
Año: 2018
Páginas: 144
Precio: 15 euros
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