Viaje literario a principios del siglo XX con Bienvenido y Amado

Estos dos personajes ficticios nacieron el mismo da en un recóndito paraje del noroeste de la isla. Su madre es Rosiana y la identidad de su padre se descubre en las primeras páginas de esta novela.

Bienvenido y Amado son muy distintos. El primero es normal y se convierte en un dandy, mientras que su hermano es distinto, tanto a nivel físico como interior.

«Amado es el portador de mis ideas. Tiene una mentalidad enigmática. Su aspecto diferente del habitual acentúa esa realidad misteriosa. Bienvenido, por su parte, es un crápula. Son el contrapunto perfecto. Mi idea es que cada lector se imagine a Amado a su manera. El protagonista de la película Powder (1995) me dio la idea sobre su fisonomía», explica Héctor López sobre el dúo principal de su estreno como novelista.

Reconoce que «la historia» de La luna en las plataneras le rondaba por la cabeza «desde hacía años». «Ha sido un proyecto autodidacta, en el que he querido plasmar unas ideas existenciales y metafísicas. La novela, al principio, era más densa y larga. Después llevé a cabo un proceso de eliminación, con lo que conseguí que fuera más fluida. Al principio eran casi cien páginas más», subraya.

Héctor López reconoce que ese proceso de trabajo interno sobre su propio texto fue muy gratificante. «Disfruto mucho dándole vueltas a un párrafo, ajustando las palabras que al final creo idóneas. Me costó bastante articular los párrafos, las escenas y los capítulos», añade.

Más allá de la entretenida historia que propone, la novela, apunta, la entiende como «un ensayo existencial y un mensaje de esperanza vital». «Es un grito de mi alma a la vida, así la siento. He puesto el alma en ella. Creo que refleja cómo soy por dentro y mi forma de pensar», reconoce sin ambages.

También es un volumen en el que «la soledad» trasciende de la realidad de sus protagonistas, así como la vida rural en su Arucas natal y en la Gran Canaria de comienzos del siglo XX.

«Me crié en las lindes de las Vegas de Arucas. Lo que describo bebe de mis recuerdos de la infancia, como el olor de los pozos y las charcas, los alpendres, las plataneras... He procurado situar y ambientar la novela en esa época, sin caer en anacronismos. También he querido describir esa burguesía platanera, que se aprovechaba de sus empleados, que eran unos desgraciados, casi esclavos», explica.

López Moreno trabaja ya en una segunda novela, «otra idea de una historia de época», desvela.

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