Félix Hormiga: «escribo para mí, porque necesito contarme cosas»

Lourdes Bermejo

Jueves, 16 de julio 2020, 19:41

— Háblenos de su último libro publicado .

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— Se trata de una veintena de cuentos, alguno editado hace años, otros dejados macerar, que es algo que practico a menudo porque me permite leerlos como lector. Otros son relatos de episodios que fui reviviendo, como El vuelo de la avutarda sobre el crimen de María Cruz en Teseguite, escrito hace 15 años y que he ido modificando porque no quería hacer una crónica, sino darle un espacio a la poética. Hay relatos nodriza, como La vieja o Mi casa, que contienen a su vez cuentos y, en general, todos comparten tres conceptos: la tristeza, la pena y la rabia. Me han comentado que son cuentos tristes. Si, lo son porque retratan una sociedad diezmada por el poder y la diferencia de clases.

— Como creador e intelectual es usted polifacético. Escribe narración y teatro, edita, ilustra. ¿Con qué disciplina se identifica más?

— Con la escritura y la edición, sin duda. Sobre todo escribir es importante porque necesito contarme cosas. A veces tengo la sensación de que una boca muerta me cuenta cosas al oído, que me usa para escribir. Parto, sin embargo, de que escribo para mí. Elsa López dice que leyéndome no distingue al autor, que le parece ver varios autores, y es por la necesidad de contarme cosas variadas. Luego está que eso que tú cuentas ahí pueda ser útil a los demás y sea factible publicarlo. De la edición me gusta el proceso por el que el pensamiento se transfigura en un objeto, algo palpable que puede llegar a otra gente. Las editoriales que fundé con mis amigos ya desaparecidos Manuel González Barrera y Gregorio Martín Muñoz están en stand by por si sus herederos u otras personas quieren retomarlas. Como editor me interesa la poesía. Hay un enorme caudal en Canarias de poetas muy buenos y entre ellos muchos jóvenes. La poesía nos salvará en el juicio final.

— Como conocedor del mundo escénico ¿Cuál cree que debe ser el papel de las administraciones?

— De posibilitadoras y para que exista cierto nivel de organización. No sirven para otra cosa, ya que el artista solo se necesita a sí mismo para crear. En el caso del espacio escénico del Cabildo, en mi opinión, El Salinero es un espacio para un circuito profesional. Sin embargo, y eso lo sugerí en su momento, debe programarse una feria anual de teatro no profesional para mostrar sus producciones a los programadores municipales. Así, ellos tendrían la posibilidad de recepcionarlos y participar en su coproducción, lo que también ayuda a los grupos. A cambio, parte de los miembros tendrían que asistir a cursos de formación organizados por la Administración. Por otra parte, creo que falta presencia de teatro comercial, que es el que más público mueve. Mantener un espacio con cierta pretensión elitista no sirve de nada y la excelencia la puede dar tanto el teatro comercial como el de autor o el clásico. Y veo fundamental que haya unas cuotas de programación y que la danza tenga una presencia importante.

— ¿Qué opina del uso de los CACT? Se dice que citas como Jameos Festival no encajan con la filosofía de César.

— No sé qué pasa con César, pero parece que todo el mundo habla con él. Afortunadamente a mí no se me ha aparecido nunca. Cuando lo traté, en la primera época de El Almacén, era una persona abierta a todas las manifestaciones culturales. El problema es de los fedayines. César tuvo una influencia que ha sobrepasado su momento de vida, pero no lo veo ganando batallas interesadas después de muerto, atado como El Cid. Hay que regular los usos, pero no cerrarse a un tipo concreto de manifestación de la cultura.

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