La voz más pegada a la tierra

El periodista Adolfo Santana, fallecido en 2015, recibe hoy un reconocimiento en su municipio de adopción. La zona de recreo previa al barranco de los Cernícalos, en Los Arenales, llevará su nombre

Jueves, 16 de julio 2020, 22:35

Adolfo Santana (1950-2015) vuelve a dar voz a la tierra, a las raíces, a la naturaleza. Lo hará hoy, casi cuatro años después de que falleciera. El periodista que más acercó a las páginas de los diarios la identidad, la riqueza y el sacrificio que se respira en los campos de Gran Canaria dará nombre a partir de hoy a un paraje a caballo entre Telde y Valsequillo, en el barranco de los Cernícalos, en un entorno natural de esos por los que tanto dio la cara. Fiel a sus convicciones, otra vez Adolfo pone el foco de flashes y cámaras en el terruño del que tanto se empapó.

Publicidad

Será un acto sencillo, a las 12.30 horas, pero cargado de simbolismo, en el que la alcaldesa, Carmen Hernández, asumirá el encargo de hacer cumplir el acuerdo del Pleno de marzo de 2015, apenas dos meses después del último viaje de Adolfo, de perpetuar su memoria en Los Arenales, poco más arriba de Lomo Magullo, donde residió junto a su mujer, Nieves Suárez, y sus dos hijos, Juan y Gara. Será precisamente Gara, también periodista, la que pondrá voz a los sentimientos de la familia. El timplista Juan Nito, José Martín a la guitarra y los solistas Carmelo Ojeda y Juan Febles pondrán el broche a este reconocimiento.

El lugar es el área recreativa situada justo donde se inicia el camino que interna a los senderistas por el barranco de los Cernícalos, en el punto donde la carretera, la GC-132, cruza el cauce y se adentra en suelo de Valsequillo.

Nacido en una casa-cueva de este último municipio, de lo que sacaba pecho, Adolfo Santana se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de La Laguna, pero ejerció como periodista durante más de 40 años, 35 de ellos en periódicos como Diario de Las Palmas y CANARIAS7 (fue jefe de Deportes, de Región y delegado del sureste), pero también hizo varias incursiones en emisoras de radio y hasta en la televisión, donde presentó con éxito en la cadena local de Ingenio el programa La Cantonera, dedicado a la música folclórica canaria.

Siendo un chiquillo, se fue con su familia a vivir a Las Puntillas, en Ingenio, a «una choza que era mitad barbería y mitad dormitorio», como él mismo relató, ya jubilado, en el blog Después de viejo con el que, pese a su enfermedad, este maestro de periodistas siguió creando escuela y regalando vitalidad, ingenio, reportajes, acidez, mirada crítica y un lenguaje en el que casaba como nadie lo popular y lo literario. Palpó tan de cerca la historia de miseria que sufrió el sureste de Gran Canaria, que eso marcó su personalidad y su trayectoria periodística. Usó sus buenas armas de reportero para dar voz a los que no la tenían, pero también para rescatar del olvido las tradiciones de la tierra, desde los ranchos de ánimas a un baile de paridas. Ese costumbrismo protagonizó también las obras de teatro que escribió como El muerto ya está completo o El Indiano.

Publicidad

Tanto buen hacer fue al menos reconocido en vida. Fue premio de Periodismo de Agüimes (2001), Premio Arnao por la difusión del folclore (2006) y Premio Almendra de Plata de Valsequillo (2011). El Premio Roque Nublo en el ámbito social, otorgado por el Cabildo, le llegó a título póstumo, en 2016, como su libro Retazos de Zafra, donde compartió recuerdos y reflexiones de su vida entre surcos y cuarterías.

A partir de este sábado su memoria quedará también ligada a este paraje, a Telde. Su trayectoria periodística hace tiempo que es patrimonio de todos los canarios.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Regístrate de forma gratuita

Publicidad