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Internet a pedales en la era virtual

Un pequeño caserío de Agüimes, Los Corralillos, carece de una conexión digna. Esta brecha digital se ensaña con los niños y jóvenes del barrio, que por la covid dependen de la red para acabar el curso. Piden que se les garantice este derecho

Jueves, 16 de julio 2020, 13:20

Una de las profesoras de Juan José tuvo que hablar con él. Se preocupó por si estaba durmiendo mal, por si no estaba cuidando sus horas de sueño. Le daba la sensación de que este alumno suyo de 4º de la ESO estaba haciendo las tareas de madrugada. Lo dedujo porque se las hacía llegar pasadas la una de la mañana. Y le preocupó. Pero no, no es que Juan José trasnoche para hacer sus deberes. El problema es que este chico de 15 años vive en Los Corralillos, un pequeño barrio de Agüimes en las faldas del Roque Aguayro, y aquí la famosa brecha digital es una losa que les aleja del siglo XXI. En horas punta, que en la época dura del confinamiento era casi todo el día, la red se cae y tarda horas en restablecerse. Solo de madrugada tiene cierta cobertura.

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Afecta a todas las familias, aunque tengan una tablet, un smartphone o un mac de última generación. Da igual. Esta brecha no la arregla el Gobierno canario repartiendo equipos, como dijo que haría. En este caserío rural de poco más de 400 personas, la clave está en que no cuentan con una conexión digna ni decente. Internet va a pedales, a duras penas. Se cae a menudo. Y lo peor es que Juan José tuvo que lidiar así con las medidas de contención más duras de la covid-19, que le han alargado la pesadilla hasta casi el final del curso.

Carmen Rosa Guedes, edil de gobierno en Agüimes y vecina de Los Corralillos, sufre el mismo problema. También tiene hijos en edad escolar y se los ha estado llevando por las mañanas a casa de un familiar en el Cruce para que puedan estar conectados con su colegio. Es la única manera. El día que atendió a este periódico pidió que previamente se le avisara por wasap de la llamada. Así sabría cuándo subirse a la azotea para conseguir algo de cobertura. Y como su desempeño como cargo público no tiene horarios y atiende muchas llamadas por la tarde, hace tiempo que se colocó una silla en la cubierta transitable de su casa, a modo de despacho, para estar algo más cómoda.

Familias hartas de aguantar semejante atraso hicieron viral una queja por las redes sociales. «Señores, hoy en día tener Internet es un derecho humano, ¿no?». Pues en Los Corralillos parece que no. Pedro Hernández sufre por su hijo Juanjo. «Todas las mañanas tiene al menos tres horas de clases online, con todos los niños, menos él, a él se le corta continuamente, y luego se la pasa llamando a los compañeros para saber si mandaron tareas». Estos fallos en la conexión no son nuevos, pero antes no la necesitaba tanto para estudiar. Por no tener no tienen ni líneas fijas en condiciones. Y eso que la pagan más cara que el resto del municipio. Viene por radiofrecuencia. La entrevista con Pedro fue difícil. Había que adivinar lo que decía. Se le entrecortaba la voz. Hay profesionales, sin ir más lejos, ingenieros de Telecomunicaciones, que ni siquiera en la fase más dura del confinamiento pudieron acogerse al teletrabajo, como Juanjo Sánchez.

Estas casas parecen metidas en un agujero negro tecnológico, y todo ello «a tiro de piedra», como dice Pedro, del Cruce de Arinaga y del casco, situados a apenas cinco kilómetros y los dos con fibra óptica y conexiones punteras. Es más, asegura que hace unos años desplegaron una red de fibra óptica por el cruce entre la GC-104, la que pasa por Corralillos, y la 551, la que une Agüimes con Santa Lucía. «Está a 200 metros de nosotros y pasó de largo», se lamenta amargo Pedro, que se siente «discriminado». Esta situación ya le ha procurado incluso pérdidas económicas. Regenta una casa vacacional en el barrio y ni sabe la de clientes que se le han echado atrás en cuanto les advertía de los problemas de conexión.

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Doblemente aislados en el confinamiento

Es verdad que no les pilla de sorpresa, pero antes no lo echaban tanto de menos. «Para coger cobertura vamos a la Cortada, al cruce de arriba, y llamamos, pero es que en marzo o abril no podíamos salir», apunta Pedro. Juanjo Sánchez, ingeniero de Telecomunicaciones, afirma que nunca ha ido perfecto, pero que antes de la cuarentena iba algo mejor. Su hipótesis es que con el confinamiento se incrementó la demanda y que la conexión por satélite o radiofrecuencia, que es la que usan los operadores para dar servicio de Internet a Los Corralillos, no es capaz de absorberla. «Estaba saturada». Le consta que puede ser incluso más rápida que la 3G o la red móvil en condiciones normales, pero en este barrio no. «Tienes internet dos minutos y medio, luego se te cae 30 segundos, después te vuelve, se vuelve a caer 5 minutos, y así todo el día», se queja. Para colmo, durante el estado de alarma todo su mundo exterior, desde las clases de los niños, los trámites en la administración o los trabajos para la empresa, todo, circuló por las redes y ellos han estado y están en modo offline. Se sienten doblemente aislados.

Mediación con operadores

Los vecinos han remitido sendos escritos al Ayuntamiento y al Cabildo. Les piden mediación con las empresas del sector, tanto para Internet como para la red móvil, que apenas tiene cobertura. El Ayuntamiento no tiene competencias, pero busca una solución con varios operadores. El alcalde, Óscar Hernández, habló hace con Juan José Flores, director territorial de Telefónica en Canarias, pero entre sus previsiones no está invertir en Los Corralillos. Lo intentó también con Vodafone, que se abrió a buscar una solución. Esperan su propuesta.

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