Fuerteventura no tiene sitio ni para un solo inmigrante más

Jueves, 16 de julio 2020, 13:17

Catalina García / Puerto del Rosario

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«¿Sitio para una patera más? Pero si ni siquiera tenemos capacidad para acoger a una sola persona más», estalla Ángel Hernández, responsable de la Misión Cristiana Moderna, que atiende a 151 ciudadanos extranjeros en Puerto del Rosario. Al eliminarse los vuelos de repatriación o de reunión con familiares en otras ciudadanos, la situación resulta «inaguantable y desbordante».

Al padre Ángel no le hace falta ni hablar porque basta con un simple vistazo a las 150 personas que se reparten entre las instalaciones de la Misión Cristiana en la zona de Risco Prieto en Puerto del Rosario (101 inmigrantes) y a la cercana nave del queso, cedida por el Cabildo majorero y donde 50 más permanecen los catorce días de cuarentena. Y aún faltan los datos de las personas sin techo a los que también acoge la Misión Cristiana.

La solución a este desbordamiento la tiene clara Ángel Hernández: y pasa por la reapertura del Centro de Internamiento de Extranjeros de El Matorral, dentro del campamento militar Valenzuela, por donde pasaron los extranjeros que arribaron en patera durante la anterior crisis migratoria y vacío desde hace seis años. A mediados de enero de este años, el entonces delegado del Gobierno central en Canarias, Juan Salvador León Ojeda, encabezó una visita de evaluación del estado de las instalaciones militares. Le acompañaron el jefe superior de la Policía de Canarias, el comisario general de Extranjería y un equipo técnico, aunque no transcendió las conclusiones de esta visita, ni cuánto va a costar ponerlo en marcha en condiciones dignas y ni mucho menos se contestó a la pregunta del millón: cuándo se reabrirá.

La situación límite de la isla se constata también en que el Ministerio del Interior usó dos campos de lucha en Tetir y Puerto del Rosario para realizar las pruebas dactilares a los cerca de 40 ciudadanos que llegaron a la costa majorera la pasada semana. Tras tres días, los enviaron a la Misión Cristiana Moderna, pero ya no me cabe ni un alfiler.

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Labor social con los ciudadanos sin techo

Gel de ducha, champú, desodorante, pasta de dientes, crema de afeitar y otros artículos de aseo pide esta semana el padre Ángel Fernández para las personas que atiende la Misión Cristiana Moderna. «Esto es un problema de la lucha entre Estado y la isla: estamos haciendo lo que debería hacer el Gobierno central».

Y es que la Misión Moderna acoge desde hace años a personas sin techo, una tarea a la que se ha sumado desde finales de 2019 la atención a los inmigrantes de manera provisional que se alarga ya más de medio año. El listado de la prestación social que realiza el voluntariado del padre Ángel es numeroso: en Corralejo se ha hecho cargo de las 20 personas sin hogar a petición del Ayuntamiento de La Oliva; en la Cuesta Perico, en las afueras de Puerto del Rosario, funciona su casa de acogida para 46 ciudadanos sin hogar; y en las instalaciones de Risco Prieto, junto a los 101 extranjeros, cuida de medio centenar de personas sin techo y dos familias con dos niños.

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A la gente que le da techo y comida, hay que añadir a los que sólo proporciona alimento: 350 ciudadanos a los que a diario da las tres comidas, más lo vienen después del trabajo a buscar el menú triple. Aún queda más: las 1.500 familias a las que da la compra mensual en coordinación municipal.

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