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Solange Vázquez
Jueves, 15 de junio 2023
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Si alguien nos pregunta si para nosotros es importante que una persona sea inteligente para que nos atraiga sexualmente, hace falta ser un poquito bestia -o estar de broma- para decir taxativamente que no, que da igual. Nadie quiere tontos de remate en su vida ni suele morirse de deseo por ellos. Pero una cosa es lo que decimos y otra la realidad. En la mayoría de los casos, para un 'viaje corto' podemos obviar que el otro tenga pocas luces... Pero eso no quiere decir que ser listo no sea importante. Siempre puntúa. De hecho, el 'sexappeal' de una persona -su capacidad de atracción, su magnetismo personal- está determinado, en buena medida, por la inteligencia y por la seguridad en sí mismo. Así que sí, la inteligencia importa -y mucho- a la hora de ligar. Para muchos es un extra (con más o menos peso), pero para los 'sapiosexuales' es algo más... ¡el requisito fundamental para sentir atracción! A ver si a estas alturas descubrimos que este término -poco usado- nos define (o no). Veamos...
«Los 'sapiosexuales' se sienten atraídos sexualmente por personas inteligentes. Se estimulan de este modo. Para ellos esta cuestión está muy por encima de los atributos físicos», explica Rosa Navarro, psicóloga y sexóloga. Pero, ojo, la experta, de la firma Diversual, hace un matiz: «Ser 'sapiosexual' no significa que no se dé importancia al físico, sino que eso no es el motor principal que nos genera atracción sexual». Esta preferencia por el intelecto es más frecuente en las mujeres, ya que el cerebro masculino tiende a activarse más con estímulos visuales.
La 'sapiosexualidad', además, no es sólo apreciar por encima de todo la inteligencia pura y dura. Supone algo más: no sólo admiran y se excitan con este rasgo, también lo vinculan a la emoción constante, a la sorpresa. Para motivarse necesitan que la pareja los estimule con su conversación, sus planes, con el buen uso del lenguaje, el ingenio y con todo aquello que les saque de la rutina, de la repetición. Incluso, según algunos estudiosos, un 'sapiosexual' puro iría más allá y buscaría que la brillantez mental llevase aparejado un concepto de la moralidad elevado.
Recientemente, la actriz francesa Sophie Marceu ('Braveheart'), muy celosa de su intimidad, desveló al diario 'Liberation' que ella era 'sapiosexual' del todo. «A veces necesitamos que ciertas personas con relevancia hablen desde su propia visión de toda la riqueza erótica que existe», aplaude Navarro. Bien por Marceu, por airear sus preferencias, pero también hay que decir que fue pareja de Christopher Lambert (protagonista de 'Los Inmortales'), cuyo coeficiente intelectual desconocemos, pero que tiene muy buena facha.
Una investigación realizada por Gilles E. Gignac y Zoe M. V. Callis -junto a otros expertos de la Universidad de Australia Occidental - ha dado relevancia al concepto de 'sapiosexualidad', que existe desde siempre (en la Grecia clásica las relaciones románticas entre profesores y alumnos tenían esta base de la inteligencia y la sabiduría como elemento de atracción). Gignac, tras analizar las preferencias de 400 personas a la hora de elegir pareja, determinó que la capacidad intelectual alta era el segundo rasgo más valorado, sólo por detrás de la amabilidad y la empatía. Así que parece que la mayoría de las personas somos un poco 'sapiosexuales' y que, por tanto, la gente muy inteligente debería tenerlo más fácil para ligar, ¿no?
Pues no. El estudio reveló que, si bien una inteligencia alta es un factor que resulta sexy, cuando es demasiado elevada empieza a ser un obstáculo. Llegaron a la conclusión de que el poder de atracción sexual de una persona alcanzaba cotas máximas con un cociente intelectual de 120 (de 120 a 129 está a un nivel superior al promedio), pero que empezaba a decaer al llegar a 135 (según la escala Wechsler, a partir de 133 se entra en el club de los superdotados).
Para el 60% de las personas, según el estudio, si una persona era más inteligente que el 99% de la población, su poder de seducción caía en picado. Y no hablamos del tópico y típico 'friki' ultrainteligente y robotizado: este bajón del atractivo sexual se aplica también a sujetos que puntúan muy alto en inteligencia emocional (algo que, a priori, debería ayudar a seducir).
¿Por qué nos pasa esto? ¿Tenemos miedo? Algo así. Al parecer, inteligencias extraordinarias generan en los demás preocupación respecto a la compatibilidad y a que este 'don' vaya acompañado de déficits en las habilidades interpersonales. Y, evolutivamente, el primate que llevamos dentro todavía quiere parejas que den seguridad (aunque hay estudios que indican que emparejarse con inteligentes no está asociado a relaciones más sólidas ni más largas), aptas para sobrevivir y que transmitan a los descendientes buenos genes. Es decir, la inteligencia nos atrae, pero en su justa dosis: si este rasgo es tan elevado que genera problemas de adaptación, el interés biológico (y emocional) decae.
Corazón y cerebro
Marylin 'seducida' por Einstein Marylin Monroe tenía un coeficiente altísimo. Sin embargo, arrastró el sambenito de rubia tonta toda su vida. Se dice que la actriz llegó a comentar que Albert Einstein era la persona que más le seducía. El gusto de Monroe por los hombres inteligentes estaba claro: se casó con el dramaturgo Arthur Miller en 1956. «Es la primera vez que estoy realmente enamorada. Arthur es un hombre serio, pero tiene un sentido del humor maravilloso. Estoy loca por él», manifestó. Esta atracción no hizo que su unión durase.
Falta de autoestima La cara negra de la 'sapiosexualidad' reside en que, a veces, alguien busca pareja muy inteligente porque le falta autoestima.
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Borja Crespo, Leticia Aróstegui y Sara I. Belled
José A. González
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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