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Dibujo de Rayan, un niño que vive en la Cañada Real de Madrid, sobre su vida sin electricidad. UC3M
Vivir a oscuras en el corazón de España

Vivir a oscuras en el corazón de España

La madrileña Cañada Real cumple dos años sin suministro eléctrico, lo que aumenta la vulnerabilidad de unas 4.000 personas en un área afectada cada vez mayor

Lunes, 3 de octubre 2022

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Cuando iba al instituto, Houda Akrikez caminaba tres kilómetros hasta la carretera a Valencia para esperar el autobús. Donde vive, en el sector 6 de la Cañada Real a veinte minutos de la madrileña plaza de Sol, no hay una ruta de transporte público. Tampoco colegios, supermercados, centros de salud o parques cercanos. Llevaba, no obstante, «la vida de cualquier persona, a pesar de la marginalidad de un barrio humilde, sencillo y totalmente aislado de la ciudad. Pero llevábamos una vida que intentábamos que fuera normal, en nuestra zona de confort. Nuestro ritmo de vida era como el de cualquier ciudadano». Y entonces vino el corte de suministro eléctrico. Un gran apagón en el corazón de España.

Hace dos años, el viernes 2 de octubre, «la luz se cortó y no volvió en 16 días», recuerda Akrikez, ahora madre y presidenta de la asociación vecinal Tabadol. No hubo preaviso, pero sí señales. Los vecinos recuerdan a los «operarios de Naturgy» que subían a las torretas y las excusas por parte del portavoz regional. «Nos decía que intentaban dividir los sectores 5 y 6 para que no haya exceso de demanda en la red eléctrica», recuerda. Estos dos sectores son los más vulnerables de la Cañada Real, y a los que afectó primero la interrupción del servicio eléctrico.

En estos meses el apagón se ha extendido, pasando de la totalidad del sector 6 y el racionamiento en el 5, al corte permanente en ambos e intermitente en los sectores 2, 3 y 4, según confirman varias fuentes. «Ha empeorado la situación», ratifica Ignacio Campoy, presidente de la Plataforma Cívica de Apoyo a la Lucha por la Luz de Cañada Real. «Ahora mismo esos sectores están con problemas de suministro y también cortes de agua. Las políticas que van a peor. Tampoco hay ahora correo postal, que antes sí había, y los autobuses del ayuntamiento que salían de Arganda del Rey han sido cancelados» denuncia. «Es un ataque. Pero también han aumentado las denuncias de las organizaciones de derechos humanos». La plataforma calcula que hay unas 4.000 personas afectadas, de las que 1.800 son menores de edad (unos 1.200 infantes en el sector 6, según el documento 'Luz para la Cañada Real', elaborado por la Universidad Carlos III ).

Pasados los días iniciales de estupor y desconocimiento, los vecinos se organizaron y protestaron. «Tenemos mucha dignidad y defendemos nuestros derechos», dice Akrikez. Un mes después empezaron «a poner la luz en tramos horarios que no eran lógicos. De diez de la noche a ocho de la mañana. Cuando los niños se van a acostar y se van a levantar. Y luego la cortaron totalmente y no la volvieron a poner». Descubrieron, dice, que la compañía eléctrica había instalado «aparatos para limitar la potencia y que no llegue a las viviendas».

«En el sector 6 no hay suministro alguno y en el 5 Naturgy ha puesto limitadores a los transformadores de energía. En primavera los sectores 2, 3 y 4 estuvieron más de un mes sin electricidad», confirma Arturo Rubio, encargado del proyecto solar de Light Humanity en la zona. Fuentes del sector eléctrico especifican que aquellas instalaciones en el sistema eléctrico del sector 6 son «reconectores», con el fin de de proteger a la red contra sobrecargas.

Vulnerabilidad extrema

Hay tres ejemplos de familias damnificada en el «Informe de impacto. Luz en la Cañada Real», realizado por Light Humanity, que ayuda a que estas familias puedan instalar placas solares para paliar su situación de precariedad eléctrica. Están los que tienen una «alto grado de pobreza energética y vulnerabilidad», como «un matrimonio español octogenario que cuenta con 400 euros de ayuda mensuales y reside en su casa situada en el sector 6 desde hace más de 40 años». Los que tienen «grado medio», como una «familia española de etnia gitana que tuvo que empezar a gastar 600 euros mensuales en un generador diésel para contar con 6 horas de electricidad al día». Y las familias de «grado extremo», como la de «una unidad familiar compuesta por una mujer joven española de etnia gitana sin ingresos que vive sola junto a su bebé de seis meses». «En ocasiones puntuales como calentar la leche de su hija», usaba un generador de gasolina.

Vista de un trecho del sector 5 de la Cañada Real, desde Google Maps
Vista de un trecho del sector 5 de la Cañada Real, desde Google Maps R. C.

Las necesidades prioritarias son «tener luz para no quedarte a oscuras y poder refrigerar alimentos para no ir tantas veces al supermercado y tener una mejor nutrición sin tirar de los ultraprocesados. Y, tercero, la lavadora. Después, según la época, no pasar frío y ducharte con agua caliente, o no asfixiarte en verano», mantiene Rubio, cuya organización ha realizado 100 instalaciones solares, para unas 600 personas. «En cuanto a lo socioeconómico, la Cañada Real es muy diversa y heterogénea. Hay bastante gente mayor que necesita respiradores por la noche».

Derechos humanos

El riesgo de exclusión y pobreza infantil se acrecienta con el apagón. «Les afecta en su bienestar y desarrollo y en su derecho a la salud y la educación», sostiene Carmela del Moral, portavoz de Derechos de Infancia de Save the Children. «No tener acceso al suministro eléctrico es tener que hacer sus deberes a la luz de las velas, no tener conexión a internet, ni agua caliente para ducharte en invierno, ni cómo hacer frente al calor en verano. Los niños no pueden leer por la noche. Se están vulnerando muchos de sus derechos. Se ha creado una emergencia humanitaria al lado del centro del Madrid, cuando el suministro ya existía. No se puede tolerar que el problema no se solucione dos años después».

Los efectos se dejan notar. «Se deteriora el cuerpo y la mente», resume Akrikez. «Sin luz no hay lavadora y tenemos que lavar a mano. No hay agua caliente y tenemos que calentarla en ollas para bañar a nuestros hijos, y se acaba y hay que correr para calentar más mientras los niños pasan frío. Además juegan con nuestra salud mental. Por ejemplo, cuando empezamos a manifestarnos fuimos a las puertas de Naturgy. Salieron y nos dijeron que ya teníamos luz. Llamamos y era cierto. Volvimos. Nos dio tiempo a recoger la casa y poner una lavadora. Y ya se había ido la luz».

Naturgy asegura que «la falta de suministro se debe a las sobrecargas en la red debido a elevados consumos no localizados. La distribuidora procede, forma continuada e ininterrumpida, al restablecimiento del suministro que vuelve a interrumpirse. Naturgy está plenamente implicada en colaborar en la resolución del problema y en la mejora de las condiciones de los vecinos».

Los vecinos y la plataforma que los apoya se han reunido con diferentes instancias de los gobiernos autónomos y central. Han logrado sentarse tres veces con la Delegación de Gobierno, que se lava las manos, y con la secretaria de Estado de la Agenda 2030, que asistió al cancelar la ministra. También han solicitado audiencia en la presidencia de la Comunidad de Madrid o los alcaldes con competencias, y no les han contestado. Se han manifestado en la sede municipal de Vallecas y en las puertas de la eléctrica. «Nos hemos dado cuenta que están jugando con nuestras vidas», acusa Akrikez. «La política juega a que nos acostumbremos, a que creamos que sobrevivir sin luz es algo normal, y no lo es».

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