Trufa, la perra terapeuta que cambia vida a personas con discapacidad en San Juan de Dios
Día del perro ·
Adiestrada desde los tres meses, esta beagle colabora en terapias asistidas con animales junto a personas con discapacidad en centros de Las Palmas de Gran Canaria, aportando apoyo emocional, motivación y conexiónEfe
Las Palmas de Gran Canaria
Lunes, 21 de julio 2025, 09:23
La perra Trufa es una Beagle adiestrada desde que tenía tan solo tres meses para trabajar en un tipo de terapia que utiliza animales, una de las actividades que se desarrollan con personas con discapacidad en el centro de San Juan de Dios, en Las Palmas de Gran Canaria.
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Tiene seis años y desde que cumplió uno se dedica a esta labor, que sirve de apoyo a los profesionales en intervención terapéutica, educativa y lúdica tras demostrarse los numerosos efectos y beneficios que tiene.
En concreto, Trufa trabaja con el adiestrador y técnico en intervención asistida con animales Alberto Piernavieja y, desde 2023, realiza sesiones de terapia en el Centro de Estancia Diurna de El Lasso y en la Residencia de Salud Metal de Zurbarán.
Compañera de trabajo y motor de emociones
Piernavieja asegura que Trufa es muy juguetona y muy buena, pero también muy activa.
«Es verdad que siempre solemos ver en terapia Golden y Labrador, que son las razas más utilizadas, pero no quiere decir que no podamos utilizar otra», asegura el adiestrador al indicar que lo que se valora es al individuo en sí y sus características.
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«Son perros que tienen que ser muy sociales, dóciles con la gente, que no tengan ningún tipo de miedo y, sobre todo, que no tengan ningún tipo de agresividad, por mucho que se la podamos trabajar», detalla.
En San Juan de Dios participan actualmente en esta terapia 21 personas con discapacidad motora, autismo y síndrome de Down, entre otras afectaciones, y siempre en grupos pequeños, de no más de seis personas, para que todos los usuarios tengan su tiempo de interactuar con el perro, ya que la metodología es vivencial y participativa, explican desde la entidad.
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Beneficios emocionales y sociales palpables
Entre los beneficios de esta actividad, Piernavieja destaca que se trabaja en equipo, montando al inicio de la sesión, que tiene lugar cada miércoles, los obstáculos para Trufa con elementos como barras, vallas, un aro y cuerdas, que el entrenador trae en una maleta.
«El perro no te juzga, da igual como seas que no te va a juzgar y va a estar siempre por la labor de estar contigo y de participar», agrega el instructor al indicar otros efectos positivos de este tipo de terapia, como el fomento de la memoria o la motricidad.
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Obstáculos, bolos y pulsadores de colores
Así, otra de las actividades consiste en que Trufa apoye su pata en unos pulsadores de colores y que los usuarios indiquen el orden en el que lo ha indicado esta terapeuta especial.
Igualmente, interactúan mientras juegan a los bolos y ella les recoge la pelota o con un juego de adivinar con los ojos vendados qué instrumento veterinario tienen en sus manos para luego usarlo correctamente con Trufa, que se deja hacer, pues, asegura su instructor, «le encanta la gente».
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Una de las cuidadoras de la Residencia de Salud Metal de Zurbarán, en Tafira, Iraya Flores, explica que ha percibido beneficios a nivel «social, psicológico y emocional» en quienes participan y que, al terminar la sesión, «están más activos».
«Cuando saben que van a venir Trufa se ponen supercontentos porque les encanta estar con ella», cuenta al detallar que uno de los pacientes que tiende a ponerse nervioso «cuando viene Trufa es otra persona completamente diferente, en el sentido de que está más hablador, participa en todas las tareas que a lo mejor le indica el monitor, es una pasada la diferencia que tiene».
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Piernavieja cree que este tipo de terapia aún no está lo suficientemente reconocida y valorada, pero reconoce que «cada vez se está fomentando más», aunque «todavía queda muchísimo para que la sociedad la tenga bien acogida».
Una jubilación que se hará esperar
El gerente de San Juan de Dios Las Palmas, Lorenzo Esma, explica que la terapia canina forma parte de sus actividades terapéuticas «porque hemos visto que mejora la capacidad de atención, la concentración, tranquiliza a los usuarios y esto redunda en un beneficio general de su calidad de vida».
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La edad de jubilación de los perros como Trufa suele ser a los ocho años, explica su entrenador, quien asegura que «siempre hay excepciones» y que siempre será el perro quien lo diga, cuando notas «que ya no quiere trabajar, ya no se sube al coche o ve la maleta y mira para otro lado...»
Pero Trufa «es una perra muy activa, como su técnico y su dueño, que soy yo, así que creo que va a durar más de ocho años», asegura al indicar que es probable que ella pueda seguir mejorando el bienestar de las personas con las que hace terapia hasta que cumpla los diez años.
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