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De ríos a calles: cómo la ocupación de cauces agrava las inundaciones en España

Casi tres millones de ciudadanos viven en zonas con riesgo de inundación

Domingo, 3 de noviembre 2024, 00:22

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El nombre de la calle dice mucho de su historia. El callejero español está lleno de santos, de santas, de literatos, de científicos, de monarcas, de militares y hasta de deportistas. Las hay en formato de callejuelas, de avenidas o, simplemente, de calles. Unas reciben el nombre del personaje que las habitó y otras lo reciben de un accidente geográfico. En España hay más de 1.000 calles bajo el nombre de arroyo. Arroyo Real en Mijas (Málaga), o Arroyo Abajo en Cantimpalos (Segovia), o Arroyo Cordel en Yuncos (Toledo). ¿Barranco? Más de 990. En Letur (Albacete), en Carboneras (Almería), o en Jerez de la Frontera (Cádiz).

Por donde antes pasaba agua, ahora es asfalto, cemento y hormigón. «No se ha tenido en cuenta los aspectos hidrológicos en los diseños urbanos», explica José María Santafé, miembro del Grupo de Agua del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. La DANA del pasado mes de octubre convirtió muchas calles en Valencia, Castilla-La Mancha y Andalucía en ríos y torrentes embravecidos. Es el temor de casi tres millones de españoles, según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco). Ellos viven en los 25.000 kilómetros de zonas inundables de la península ibérica.

Áreas con Riesgo Potencial Significativo de Inundación en la península y baleares (ARPSI)

«Las zonas ribereñas a cursos de agua han resultado ser siempre una zona apetecible para desarrollos urbanísticos porque presentaban ventajas comparativas frente a otros espacios: normativas más débiles (fuera de las zonas de protección de la Ley de Aguas) lo que hacían posibles mayores plusvalías, valores paisajísticos, posiblemente costes menores para infraestructuras de alcantarillado, etc», detalla Santafé.

El departamento liderado por Teresa Ribera dispone de mapas en los que se pueden consultar las zonas inundables en periodos de 10, 50,100 y 500 años en España. «El problema es que estos archivos se hicieron oficiales ya en 2011», comenta Alfredo Pérez Morales, profesor de Geografía Humana en la Universidad de Murcia. Pero todo lo construido -recuerda Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante- se produjo en los años 60 con el desarrollismo urbanístico y ya en los 2000 con el boom inmobiliario. «Todo esto se hizo sin tener en cuenta a la naturaleza», advierte Olcina.

De las cuencas intercomunitarias la que tiene más kilómetros inundables es la del Ebro (más de 3.500 kilómetros), seguida de la del Júcar (más de 3.400), la del Duero (más de 3.200), la del Guadiana (1.800), la del Segura (1.800), la del Tajo (más de 1.600), la del Cantábrico occidental (1.200) y la del Guadalquivir (cerca de 1.200 kilómetros).

En 2021, la empresa de análisis geoespacial Dotgis publicó un informe en el que se calculaban qué municipios españoles estarían más afectados por una inundación. Cuatro de ellos estaban en la Comunitat Valenciana: Massalfassar (55,1%), Quartell (54,5%), Benavites (51,5%) y Alfara del Patriarca (49,1%). Las otras localidades de la lista son Deltebre y Sant Jaume d'Enveja (ambas en Tarragona) con un 86,3% y un 64,8% de la población en riesgo respectivamente. No son los únicos. Salamanca cuenta con Castraz y La Maya con un 69% y un 67% de sus habitantes. También se encuentran en ese decálogo Calatayud (Zaragoza) con el 57,7% y Betanzos (A Coruña) 51,8%.

Sin control

DANA de última generación, un tren de tormentas o como recoge la población «se abrió el cielo y cayó el diluvio universal». Aún se trata de poner nombre a lo que ocurrió a principios de semana en el este peninsular. En tan solo cuatro horas en Chiva cayeron casi 400 litros por metro cuadrado, en la jornada del martes el registro en los pluviómetros de la Aemet alcanzó casi los 500 litros. «Parece que sí que el cambio climático tiene una explicación», apunta Pérez. Un análisis de un grupo de científicos internacionales de la World Weather Attribution (WWA) destaca que las lluvias torrenciales de Valencia han sido un 12% más intensas y el doble de probables en comparación con el clima preindustrial, es decir, sin un planeta 1,3 grados más cálido. «Pero las consecuencias que estamos viendo no es el cambio climático, también está el factor humano de la ocupación de ese espacio».

«El crecimiento urbano ha ido por delante de otro tipo de estudios, como, por ejemplo, la hidrología. Se han primado los aspectos relativos a la accesibilidad y movilidad de vehículos», comenta Ángel Fernández, presidente del Grupo de Agua del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos.

Muchos Planes Generales de Ordenación Urbana (PGOU) son antiguos de los 70, 80 e, incluso, 90. «Ese afán por ocupar los espacios próximos a los ríos ha cambiado», aclara Olcina. Además, recuerda que la Ley de Cambio Climático del 2021 obliga a considerar ya los efectos del cambio climático en la planificación urbana y territorial. «En los 80 o 90 nadie pensaba en el calentamiento global y estamos funcionando con esos planes urbanísticos. Es una locura», añade.

La cuestión es qué hacer con ese espacio ocupado a la naturaleza. La demolición no es una solución, aunque «en algunos casos quizá se podría pensar en la expropiación pensando en la seguridad de los ciudadanos», apunta el profesor de Geografía Humana de la Universidad de Murcia. Para Fernández la clave puede que esté en la adaptación de las ciudades al nuevo clima.

Por donde antes transcurría el agua, ahora se tapa con alquitrán o adoquines. La falta de porosidad de estos productos hacen que el agua circule y no se filtre a la tierra. «Habrá que acometer «actuaciones de drenaje urbano sostenible, construir depósitos pluviales y parques inundables que provoquen una inundación de forma más natural». En lugares como Alicante se creó el primer parque inundable de España.

Un total de 36.700 metros cuadrados singulares que han sido reconocidos como solución pionera basada en la naturaleza para resolver los problemas de inundaciones en las grandes ciudades. Ubicado en una zona de urbanizaciones, la infraestructura alicantina está preparada para recoger hasta 45.000 metros cúbicos de agua pluvial y que está preparada para distribuirla a la red cuando es necesario.

Bajo las 3,67 hectáreas del parque, existe una red de canalizaciones que traen el agua pluvial a La Marjal. Estas conducciones se van llenando y cuando se desbordan se envían a esta instalación y así se evita la inundación de casas o garajes.

«Pero no solo es cuidar y adaptar las ciudades», advierte Olcina. «Los tramos medios y altos de los ríos y barrancos se han abandonado muchas tierras agrícolas», recuerda. Ahí también hay trabajo.

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