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La Nochebuena debería ser, como su propio nombre indica, una noche buena para todas las personas. Una noche que debería quedar grabada en el recuerdo y hacer vibrar los corazones. Pero, aunque la teoría resulta idílica, la realidad es bastante más complicada para muchas personas, en especial para las que se encuentran en una situación muy vulnerable.
Es por ello que los comedores sociales, a pesar de realizar el servicio los 365 días del año, se dejan la piel para hacer de este tiempo navideño un momento especial para quienes no tienen un plato que llevar a la mesa. «Cada año buscamos hacerles partícipes de estas fechas y de esta forma conseguir que se escapen de su realidad, aunque sea por un rato», afirma el coordinador de Servicios Infraestructuras de Cáritas Diocesana de Canarias, Mario del Rosario Montesdeoca.
Por su parte, Mari Carmen Hernanz, que es voluntaria en la institución desde hace ocho años, explica que «el calor humano es fundamental y más en estas fechas tan familiares» y señala que, «si ellos no viven la Navidad es porque lamentablemente no pueden, no porque no quieran hacerlo».
Esta noche el comedor principal de Cáritas en Gran Canaria, situado en Escaleritas, atenderá a unos cien comensales en una cena especial, para la que, como es lógico, también se ha ideado un menú distintivo: sopa de mariscos, medallones de solomillo de pavo en salsa, hummus con picatostes, queso semiduro y natillas de chocolate. «Tanto los trabajadores como las personas voluntarias harán todo lo que esté en sus manos para que todo el que lo necesite pueda disfrutar de una comida a la altura de la festividad del 24 de diciembre», asegura Montesdeoca.
Pero este servicio especial no acabará con la celebración de la Nochebuena, sino que la organización también realizará un almuerzo especial el 30 de diciembre con motivo de dar la bienvenida al año nuevo y un desayuno especial el 6 de enero para recibir a los Reyes Magos que se aproximan desde Oriente.
MARIO DEL ROSARIO MONTESDEOCA
Coordinador de Servicios Infraestructuras de Cáritas Diocesana de Canarias
Sin embargo, Mario del Rosario Montesdeoca recuerda que hay que tener presente que «las necesidades de las personas y familias no se dan solo en estos días», por lo que el gran reto al que deben hacer frente las organizaciones como Cáritas es mantener el servicio durante todo el año.
Y es que resulta imposible ignorar que, en un año todavía marcado por las consecuencias de la covid-19, cada vez más personas recurren a los comedores sociales y a la recogida de alimentos. En un primer momento, el perfil se correspondía con personas sin hogar, pero ahora acuden más familias.
Familias que se han visto empujadas por la subida del precio de la energía, de la vivienda y el encarecimiento de los productos básicos. Familias afectadas por las sucesivas crisis desde 2008 que aún no han podido recuperar su nivel de vida. «Solo hace falta pasar unos días aquí para que desaparezcan todos los prejuicios. Porque te das cuenta de que muchos de ellos jamás se hubieran imaginado comiendo en un comedor social, pero la situación les ha obligado. Y eso nos puede pasar a cualquiera», relata Mari Carmen Hernanz.
Cáritas Diocesana de Canarias apunta que en los últimos dos años prestaron ayuda a más del doble de personas que en los momentos previos a la pandemia, una cifra que tras la vuelta a la normalidad sigue creciendo y que, en estos momentos, con la crisis inflacionaria, se vuelve a incrementar, mientras que los recursos con los que cuenta la institución siguen estancados.
En este sentido, la subida de precios supone un aumento de su gasto corriente y de personal de más del 30%. «A pesar de que no hemos dejado de ofrecer el servicio ni un solo día del año, reconocemos que seguimos teniendo dificultades a la hora de atender la gran demanda», indica el coordinador.
Solo en el primer semestre de 2022, 800 personas fueron atendidas en los tres comedores de Cáritas en Gran Canaria: 60 en el comedor social de San Pedro, 130 en el de Santo Domingo y 610 en el de Escaleritas. Además, sumando los demás proyectos y servicios del Área de Vivienda, se pudo atender a un total de 1309 personas desde enero hasta junio.
Comedores. Hay tres en la isla de Gran Canaria: San Pedro, Santo Domingo y Escaleritas, que es el centro neurálgico.
Perfiles. En un primer momento, se correspondían con personas sin hogar, pero ahora acuden más familias.
Donaciones. La solidaridad de empresas, organismos públicos y particulares hacen posible su misión.
Mari Carmen Hernanz revela que una de las soluciones a estas dificultades podría encontrarse en la «solidaridad del pueblo canario» y que «hacen falta muchas manos para construir un mundo mejor y Cáritas cuenta con un sinfín de ellas». Ya que, es por medio de las donaciones que realizan empresas privadas, organismos públicos, como el Cabildo de Gran Canaria, y particulares, que la institución puede seguir llegando a quienes se encuentran en una situación más precaria y vulnerable.
Porque, aunque cueste creerlo, son cada vez más las personas para las que la Navidad puede llegar a representar una de las épocas más difíciles, tristes y solitarias del año. Y que mientras unos vienen y van cargados con compras y regalos, otros simplemente seguirán tratando de adecentar su cartón para acabar durmiendo en cualquier portal. Porque, a fin de cuentas, la pobreza continúa asolando sin descanso a las comunidades incluso en estas fechas tan señaladas.
Queda claro que la lucha contra la pobreza y la exclusión social es algo permanente, pero no está de más aprovechar estas fechas navideñas para hacer un llamamiento a la sociedad canaria y animarla a seguir siendo sensible y solidaria durante todo el año. «Al final las personas que menos tienen terminan dando mucho más. Y eso te hace ver la vida con otros ojos», añade Hernanz.
Muchos sintechos de Maspalomas y Playa del Inglés no podrán celebrar la Nochebuena. Y es probable, incluso, que ni siquiera puedan cenar. Por eso este año, superadas las restricciones sanitarias por la covid, el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana quiso organizarles una comida navideña en compañía de cargos públicos, voluntarios y medios de comunicación. Como se trataba de una ocasión especial, bajo el nombre de 'Navidades Compartidas', Servicios Sociales los sacó de su comedor social habitual, el que se les ofrece en las instalaciones de Caipsho en San Fernando, gestionado por Cáritas, y los invitó a almorzar en vajilla de cristal y bajo el techo del pabellón deportivo de El Tablero. La edil de Servicios Sociales Mercedes Díaz informa de que acudieron unas 65 personas, a cuya disposición se les puso una guagua que les trasladó desde San Fernando hasta el lugar de la comida. Un servicio de catering les sirvió un apetitoso menú con papas arrugadas, quesos variados, gambas rebozadas, rabas de calamar, tacos de pescado en mojo verde y langostinos rebozados. De postre, mus en salsa de frambuesa. Díaz reconoce que hay muchos más sintechos, cerca de 300, pero no acudieron. «Les hicimos llegar la comida en táper», aseguró. Una orquesta les amenizó el almuerzo.
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