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30 años de feminismo de abuela a nieta: «Un orgullo»Comparten las ondas en el pelo, una mirada casi con vida propia y la escucha activa. Basilia Sánchez Rodríguez, más conocida como Sila, abandera 80 primaveras y es presidenta y fundadora de la Asociación de Mujeres Zuleima, que lucha por los derechos de las mujeres canarias desde hace ya tres décadas. Andrea García Delgado tiene tan solo 18 años y entró en la entidad recientemente. Su vínculo va más allá de cualquier convicción en común: son abuela y nieta.
«Para mí ha sido un gusto y un orgullo ver a mi abuela presidiendo la asociación y enseñándome siempre. Me ha inculcado la visión feminista, mantener esos valores y, sobre todo, indagar más en ellos. El hecho de asistir a las manifestaciones por el 8M, leer sobre asesinatos machistas y elaborar textos sobre ello te da una conciencia y un juicio», reflexiona Andrea, bajo la mirada tierna de su «compañera».
La Asociación de Mujeres Zuleima celebra este año su 30 aniversario y Sila, campeona máster de natación, recuerda con especial cariño su origen: «Radio Ecca (que ahora se llama ecca.edu) tenía un proyecto sobre mujeres con el Instituto Canario de Igualdad (ICI) y, claro, yo siempre he sido una mujer muy inquieta en todo y defendíamos derechos que no había, como el aborto o el divorcio, y una amiga me llamó para trabajar como monitora. Me presenté y me seleccionaron».
Los cursos de Radio Ecca fueron vitales para el alumbramiento de Zuleima. Allí se formaban reuniones de mujeres que demandaban evolución y cambio: «Yo fui la precursora, dije: '¿Por qué no hacemos una asociación en función de esas demandas?'».
La reconocida activista feminista recuerda que, «al principio, a las mujeres les daba mucha vergüenza hablar», compartir sus problemas. Esas mujeres consiguieron «abrirse» gracias a la asociación, a través de talleres que «sirvieron muchísimo» y que se impartían en espacios cedidos por la actual ecca.edu.
«Empezamos con un grupo con muchísimas ganas de cambiar sus vidas. Tenían mucha necesidad, problemas con sus parejas, algunos hombres hasta les prohibían estudiar, y, sobre todo, sufrían mucho de autoestima», reseña.
Su nieta reacciona, pues le resulta familiar ese listado de preocupaciones: «Ella comenta que había un problema de autoestima antes que, en realidad, sigue estando ahora y, quizás, con más auge por las redes sociales», ya que hacen las veces de escaparate de «cánones de belleza» muy específicos y limitados. «Eso afecta mucho a la gente joven», apunta.
Andrea, que estudia Derecho, va más allá y considera que el mayor escollo del feminismo radica en que «hay mucha conciencia, pero muy poca acción». «Sabemos lo que está mal, pero no hay propuestas ni recursos para mejorarlo», profundiza.
«La sociedad ha avanzado muchísimo, pero con matices, existe mucho individualismo. Veo a mucha gente que tiene el tema de la igualdad aprendido, pasa con los políticos, pero luego, a la hora de la verdad, se diluye porque no está integrado», agrega Sila.
La activista cree que el principal reto del feminismo en la actualidad sigue siendo construir una sociedad igualitaria en la que las personas, independientemente de su sexo, puedan llegar a la misma meta, con idéntico punto de partida, algo que «no sucede».
«El feminismo lo que busca es que el cuerpo de las mujeres sea de las mujeres, que nadie le diga si se tiene que quedar embarazada o no, si quiere ser piloto de avión, que no encuentre trabas en el camino o que no sorprenda que exista una mujer con ese cargo, y está en contra, por ejemplo, de las granjas de mujeres para el alquiler de vientres», enumera a grandes rasgos.
Para Sila resulta complicado resumir los 30 años de la asociación que preside: «En el tema de la igualdad ha habido avances, pero también retrocesos, hay más conocimiento y la sociedad es más libre, pero lo que está pasando con el tema político... Están desapareciendo políticas de Igualdad». «Nosotras lo que queremos, primero, es que no nos maten por el hecho de ser mujeres y después que las instituciones, que también maltratan, se impliquen», incide.
Andrea celebra haber visto «crecer» a su abuela en estas tres décadas, «aunque ella ya estaba bastante crecida y formada», matiza divertida. Ambas coinciden en que los deberes en Igualdad están incompletos: «Hay mucho por hacer».
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