Cáritas alerta del negocio con una pobreza que se agrava: de alquilar literas a las camas calientes
La entidad ha tenido que pedir dos préstamos ante la caída en un 24% de las donaciones y la falta de actualización de las subvenciones públicas
Pese al optimismo que se desprende de la evolución de la economía, la pobreza en Canarias no solo no se revierte, sino que se agrava entre las personas más vulnerables, quienes, además, están siendo víctimas de prácticas abusivas en relación a la vivienda, explicaron este lunes los responsables de Cáritas Diocesana durante la presentación de la memoria de su actividad en el año 2024.
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La situación de las familias es tan complicada que Cáritas no da abasto y ha tenido que reducir sus atenciones para centrarse en las familias más vulnerables. En total, en 2024, la entidad atendió a 7.478 familias, que engloban a 22.836 personas; un 21% menos que el año anterior.
Un total de 1.571 personas asistidas no tenían hogar. «La pobreza es más intensa para las familias y la institución tiene más dificultades para dar una respuesta adecuada a una realidad que se agrava para los más vulnerables», subrayó el obispo de la Diócesis de Canarias, José Manuel Mazuelos, quien reclamó una mayor solidaridad por parte de la ciudadanía y de las administraciones públicas para atender la creciente demanda de ayuda.
Además, en los últimos años, las donaciones a Cáritas han caído un 24%, por lo que la institución ha tenido que suscribir un préstamo por valor de un millón de euros y un crédito para adelantar el dinero que aún no han percibido de las administraciones.
Según la secretaria general de la organización no gubernamental, Caya Suárez, las personas en situación de pobreza severa no están notando la mejora de la economía y quienes están en riesgo de exclusión «padecen grandes carencias que las colocan en situaciones de gran vulnerabilidad».
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Las causas del empobrecimiento
La precariedad laboral, con una duración media de los nuevos contratos de 45 días; el alza del coste de la vida, muy por encima del aumento de los salarios; y la emergencia habitacional colocan en una situación difícil al 48,9% de los canarios, que no pueden afrontar un gasto imprevisto.
Esta realidad se traduce en un aumento de la pobreza entre personas con trabajo. «El 18% de las personas atendidas por Cáritas en 2024 son empleados en situación de pobreza, y el 10% se encuentra en la economía sumergida. Otro 10% accede a un ingreso de baja cuantía a través de prestaciones sociales públicas que no les permiten cubrir el total de sus necesidades básicas ni acceder a una vivienda digna», indicó Suárez.
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Camas calientes, como en la posguerra
«El encarecimiento de la vida y el alza de los precios de la vivienda condenan a muchas familias a sobrevivir en infraviviendas». Así, de las ayudas económicas prestadas en 2024 por Cáritas en la provincia de Las Palmas, el 55% se destinó a la vivienda.
A esta complicada situación se suman prácticas abusivas para sacar provecho de la necesidad de vivir bajo techo, en especial con los migrantes en situación irregular. «Vuelve el uso de la cama caliente: personas que pagan para descansar por turnos en una cama, alquilándola por cuatro o cinco horas y, cuando se levantan, entra otra persona para poder acostarse en la misma cama y en la misma circunstancia», explica Suárez.
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Tener techo, un lujo
Otras prácticas abusivas detectadas por el personal de Cáritas que se están normalizando son los precios excesivos de viviendas y habitaciones y el alquiler de infraviviendas, como locales, cuartos de azoteas o garajes. Como ejemplo, la secretaria general de Cáritas señala el alquiler de una habitación por 700 euros al mes, una litera por 350 euros, o el hacinamiento de personas en viviendas donde se alquila hasta el salón por 450 euros al mes. También se está detectando la venta del empadronamiento a personas migrantes.
Así las cosas, hay quienes optan por pernoctar en espacios públicos, como en trayectos largos de guagua, en las playas o en casetas compartidas, comentó la portavoz de Cáritas.
La entidad, sobrepasada por la demanda: hay listas de espera para acceder a los comedores sociales
Los recursos de Cáritas Diocesana se han quedado cortos para poder cubrir todas las necesidades de la población vulnerable. «Esta es una oportunidad para demostrar que, más allá de las palabras, la solidaridad y la justicia siguen siendo valores vivos en nuestra comunidad», dijo el obispo de Canarias, José Manuel Mazuelos.
También el director de Cáritas, Gonzalo Marrero, señaló que la entidad «ha superado los límites de su capacidad de atención y acogida y no dispone de recursos suficientes para dar respuesta a todas las demandas». Esta situación ha obligado a la entidad a limitar la atención a los casos «más sangrantes» y a remodelar su estructura, recortando gastos en formación y reduciendo los servicios. «Hemos tenido que poner techo a distintos dispositivos», señaló la secretaria general de Cáritas Diocesana, Caya Suárez, que puso como ejemplo lo que ocurre en el comedor social de Escaleritas, en la capital grancanaria, que ha llegado a tener una lista de espera de 80 personas.
«Mientras que en 2021 elaborar una comida costaba 4,99 euros, en 2025 el precio ha subido hasta los 7 euros. Ha habido un aumento del 29%», recalcó Suárez sobre unos comedores que durante el año pasado atendieron a más de 1.000 personas, solo en la capital grancanaria.
Ante esta realidad, Suárez apeló a la solidaridad de la sociedad, para que colabore desde el voluntariado, con la prestación de servicios o con donaciones, incluso en especie, y que no permita la vulneración de derechos de las personas en exclusión. Un llamamiento a la solidaridad que extendió a las administraciones públicas para que gestionen de forma ágil y eficiente las subvenciones, ya que, a estas alturas del año, Cáritas solo ha recibido el 19% de las aportaciones de 2025.
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