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Dos voluntarias del Centro Lugo apoyan a una superviviente de trata con fines de explotación sexual. C7

Cáritas atiende a 428 víctimas de explotación sexual en Canarias y llama a la acción

El organismo señala que este fenómeno afecta más a mujeres en contextos de pobreza, migración y precariedad, quienes también enfrentan la estigmatización y la falta de recursos para salir de esa situación

CANARIAS7

Las Palmas de Gran Canaria

Miércoles, 30 de julio 2025, 18:16

El dispositivo de Cáritas Diocesana de Canarias Centro Lugo acogió y dio respuesta a 428 personas, fundamentalmente mujeres, que fueron captadas por redes de trata o explotación sexual durante el año 2024. El organismo hace un llamado a la cción para visibilizar la trata de personas y sus graves consecuencias, con motivo de la celebración del Día Mundial contra la Trata de Personas este miércoles 30 de julio.

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Centro Lugo comenzó su andadura en 1988 y ofrece atención integral a mujeres en contextos de prostitución y/o víctimas de trata con fines de explotación sexual.

Cáritas Diocesana de Canarias enfatiza en un comunicado que este fenómeno afecta en las islas a mujeres en contextos de pobreza, migración y precariedad, quienes enfrentan no sólo la explotación sexual, sino también la estigmatización y la falta de recursos para salir de esa situación. La carencia de alternativas laborales y de apoyo psicosocial agrava su dependencia y dificulta su integración social.

Estas mujeres suelen enfrentarse a múltiples formas de violencia machista, discriminación, estigmatización y exclusión social, lo que limita su capacidad para acceder a oportunidades que les permitan construir una vida libre y autónoma.

Cáritas responde a estas necesidades ofreciendo servicios integrales que incluyen atención psicológica, social y jurídica, acompañamiento en procesos de empoderamiento y autonomía y acceso a formación y recursos económicos para facilitar su integración social.

Entre las principales necesidades identificadas se encuentran el acceso a un entorno seguro, apoyo psicosocial y terapéutico, orientación jurídica y alternativas de inserción socio-laboral. Muchas de estas mujeres carecen de redes de apoyo, enfrentan barreras idiomáticas y culturales y presentan traumas derivados de experiencias de explotación, abuso o migración forzada.

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El 81% de las personas atendidas en 2024 presentaban indicadores de trata o explotación sexual. Además, 37 mujeres fueron acompañadas en procesos de denuncia, a pesar de las múltiples barreras existentes: procedimientos judiciales lentos, revictimización institucional y carencia de recursos habitacionales alternativos.

Muchas de estas mujeres no pueden abandonar el contexto de explotación porque no tienen otra alternativa vital. Viven donde ejercen, deben dinero a sus proxenetas o sostienen económicamente a sus familias.

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En este sentido, desde la perspectiva jurídica no se considera coacción el hecho de que muchas mujeres residan en los mismos lugares donde son explotadas sexualmente, bajo el supuesto de que tienen libertad para abandonar esos espacios. Sin embargo, en la práctica, carecen de alternativas habitacionales seguras.

Nuevas formas de captación

El acceso a estas víctimas se ha vuelto cada vez más complejo, por ejemplo, por las restricciones en el anuncio público de la prostitución. Esto ha provocado se traslade a espacios más privados y menos visibles, como pisos, casas o centros de masaje, donde se ha normalizado el contacto a través de redes sociales y plataformas digitales.

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La presencia de mujeres jóvenes en estos entornos es cada vez mayor, incluso de origen canario. Además, las mujeres de origen asiático conforman un colectivo especialmente difícil de alcanzar.

A esta realidad se suma una nueva forma de violencia: la doble explotación, en la que las mujeres no solo son forzadas sexualmente, sino que además son grabadas sin consentimiento y sus imágenes son difundidas y monetizadas en plataformas digitales.

Muchas de estas mujeres viven en condiciones de hacinamiento en los mismos espacios donde se ven obligadas a ejercer la prostitución. Deben entregar una parte de lo que ganan a sus explotadores por cada exigencia del demandante y, si se niega, muchas veces son ellas mismas quienes deben asumir el coste. Se les exige disponibilidad total, sin horarios ni descanso, pero aun así resulta extremadamente difícil demostrar judicialmente la coacción y la explotación sexual que sufren. Están profundamente desprotegidas.

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Desde Cáritas Diocesana de Canarias, a través del proyecto Centro Lugo, se ha apostado por estrategias que no solo acompañen a las mujeres en su proceso de recuperación, sino que también impulsen su empoderamiento y generen un impacto transformador en la sociedad. Una de las acciones más significativas ha sido promover la participación de las propias mujeres como agentes de sensibilización, compartiendo sus experiencias en primera persona. Esta apuesta innovadora refuerza su autonomía, dignifica sus voces y contribuye a la sostenibilidad de los cambios alcanzados.

849 personas participaron en actividades de sensibilización lideradas por mujeres beneficiarias del proyecto el año pasado, fortaleciendo así el desarrollo comunitario, la denuncia pública de las situaciones de explotación y la construcción de una conciencia colectiva más crítica.

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Estas acciones han sido clave para visibilizar la realidad de la prostitución y la trata, desmontar estigmas y promover la igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres.

El reto sigue siendo generar alternativas reales, viables y sostenidas en el tiempo para que las mujeres puedan reconstruir sus vidas con dignidad y sin violencia.

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