Bernardo Álvarez, vacunado para los líos a pares
Su nombre ha sonado en varios mentideros como posible cardenal pero tras la confirmación de que se coló en la lista de vacunación esa carrera se frustra. No es el primero de sus líos
N.M. C7
Domingo, 7 de febrero 2021, 00:00
Cuando el pasado año el obispo de la Diócesis de Canarias Francisco Cases cumplía 75 años y se iniciaba el proceso de su relevo, un grupo de sacerdotes de esa 'provincia' eclesiástica miraba con envidia a la Diócesis Nivariense, que tiene a un canario como obispo: el palmero Bernardo Álvarez Afonso (Breña Alta, La Palma, 1949). Después de que esta semana la Consejería de Sanidad haya confirmado que el obispo se saltó el orden en el listado de vacunación contra la covid-19, seguro que todos se persignaron. Mayormente por el daño a la imagen de la Iglesia.
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En cuanto al futuro de Bernardo Álvarez, sus opciones de ser nombrado cardenal se enfrían bastante. Y no solo por este incidente sino porque en su historia al frente del obispado atesora alguno más.
Bernardo Álvarez iba para arquitecto técnico pero dejó los estudios y entró en el seminario, siendo ordenado sacerdote en 1976, en plena transición a la democracia. Licenciado en Teología Dogmática y tras varios destinos parroquiales, fue vicario de la Diócesis de Tenerife, donde debió acreditar su valía ante la Conferencia Episcopal, el nuncio y el Vaticano, pues en 2005 fue consagrado obispo de manos del entonces nuncio, Manuel Monteiro de Castro.
Sus devotos hablan maravillas de su mojo picón con toque palmero y sus críticos de la sintonía con Coalición
Dos años después comete su primer e importante traspiés. Fue sonado, muy sonado, pero seguramente hoy, en estos tiempos de redes sociales, lo habría sido mucho más y quién sabe si le habría costado el puesto. Ocurrió en una entrevista en el periódico 'La Opinión', en la que se le pregunta sobre la homosexualidad. Como Álvarez se encargó de decir que sus palabras habían sido sacadas de contexto, nada mejor que reproducir el pasaje en cuestión, sin apostillas:
«-¿Usted sabe que en Canarias hay un colectivo homosexual muy numeroso?
-¿Tan grande es?
-¿Qué opina de la homosexualidad?
-Lo primero que hay que hacer es distinguir a las personas del fenómeno. Las personas son siempre dignas del mayor respeto. Si una persona, por una razón fisiológica elige esta forma de vida me merece mi máximo respeto. Otra cuestión es que la homosexualidad sea o no una virtud. Hay que tener mucho cuidado porque no se puede decir que la homosexualidad se sufre o se padece. No es políticamente correcto decir que es una enfermedad, una carencia, una deformación de la naturaleza propia del ser humano. Eso que decía cualquier diccionario de Psiquiatría diez años atrás, hoy no se puede decir. Mi pensamiento es el de la Iglesia: respeto máximo a la personas. Pero el fenómeno de la homosexualidad perjudica a las personas y a la sociedad. A la larga pagaremos las consecuencias como las han pagado otras civilizaciones. Yo no digo que se reprima, pero entre no reprimirlo y promoverlo hay un margen. Creo que hay que promover la educación. Los valores de la feminidad y la masculinidad debemos inculcarlos en los niños. Puede que nos digan que estos valores son retrógrados, pero nosotros pensamos que estos valores respetan la libertad y orientan a las personas.
-¿Hay que orientar la sexualidad?
-No se puede dejar a las personas a lo que salga, ¿por qué no hacemos lo mismo con la violencia u otros impulsos del ser humano? Además, sólo un 6% de los homosexuales se debe a cuestiones biológicas. No hay que confundir la homosexualidad como necesidad existencial de una persona, con la que es practicada como vicio. La persona practica como puede practicar el abuso de menores. Lo hace porque le atrae la novedad, una forma de sexualidad distinta.
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-La diferencia entre relación homosexual y un abuso está clara.
-Por supuesto. Pero, ¿por qué el abusador de menores es enfermo?
-Para empezar, un abuso es una relación no consentida.
-Puede haber menores que sí lo consientan y, de hecho, los hay. Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso si te descuidas te provocan. La sexualidad es más complejo de lo que parece».
No parece que hagan falta comentarios... ¿Cómo salió de aquel trance el obispo? Primero con una transitoria cura de silencio y después contando con el apoyo de las 'fuerzas vivas' de Tenerife. Y es que muchos lo señalan como un obispo que siempre ha estado próximo al poder político, que en esa isla es como mencionar a Coalición Canaria.
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«Cuando me toque»
Sus partidarios aseguran que en las distancias cortas es un encanto, socarrón, buen conversador y bastante cocinilla. Tiene fama de que su mojo picón, con un toque palmero, es excelente aunque algo espeso: «Lleva mucha pimienta», comentó en un programa de televisión.
En ese mismo programa, en Mírame Televisión, en noviembre del pasado año, tuvo un pasaje que vale la pena rescatar. En el marco de una conversación muy amable y distendida, le preguntan por la pandemia y la vacunación y deja muy claro que él se vacunará. ¿Cuándo?, pregunta el presentador. «En enero», contesta el obispo, que seguidamente añade: «Cuando me toque».
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A tenor de la investigación realizada por el Gobierno de Canarias, su vaticinio sobre el mes estuvo bastante afinada; lo de «cuanto me toque» ya es otro cantar.
Ahora, con cuatro años para la jubilación, la incógnita es si también sobrevivirá a este lío de una vacunación que no le toca. En el caso de los cargos socialistas que hicieron lo mismo, la dirección del partido les ha pedido que se vayan a su casa pero está por ver que la Iglesia, tan lenta para algunos movimientos, vaya a hacer lo mismo. Claro que, como dijo él mismo: «No se puede dejar a las personas a lo que salga»...
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