Vea la portada de CANARIAS7 de este viernes 5 de diciembre de 2025
La alcaldesa de Mogán, Onalia Bueno, frente a una Salvamar en el muelle de Arguineguín este año. Cober
Cinco años del campamento de Arguineguín

Onalia Bueno: «Hay muchas cosas que vi que me llevaré a la tumba»

Luces y sombras ·

El Ayuntamiento de Mogán, que sufrió las consecuencias de la llegada migrantes en plena pandemia, mantuvo un pulso firme con el Estado para que ejerciera sus competencias

Ingrid Ortiz

Arguineguín

Sábado, 19 de julio 2025

La primera carpa de Cruz Roja que se instaló en el muelle fue el 20 de agosto de 2020 e iba a ser algo temporal, recuerda Onalia Bueno, alcaldesa de Mogán, mientras recorre el espigón comprobando que, efectivamente, no hay ninguna patera vacía en el agua. Arguineguín se convirtió entonces en el epicentro de una crisis migratoria sin precedentes y la dirigente, en una figura clave que agitó el avispero del caos, las presiones políticas y la falta de información. «No me arrepiento de ninguna de las decisiones que tomé. Sirvieron para que el Estado reaccionara», asegura.

Publicidad

Cober

Bueno se muestra crítica con el Gobierno central, que sabía desde hacía un año atrás -asegura- que se iba a incrementar el tránsito de la ruta canaria por el cierre del corredor del Mediterráneo. «Lo sorprendente es que empezaron a llegar pateras y no tenían nada preparado», indica. Aquella falta de previsión dejó a Mogán solo y convertido en un lugar de contención. «Cuando el problema le toca a un alcalde, el resto calla. Muchos municipios se mostraron insolidarios. Primero le tocó a Arguineguín pero ahora tenemos el mismo problema en El Hierro y a Pedro Sánchez no le interesa». A su juicio, Canarias debía ponerse firme para afrontar el reto migratorio, una actitud que considera aún necesaria frente a los desafíos actuales.

La situación, pese a no tener competencias en términos migratorios, obligó a la alcaldesa a tomar cartas en el asunto con una actitud, sobre todo, reactiva. «Se vulneraron derechos gravemente, como la asistencia jurídica, pero lo más atroz para mí fueron las madres embarazadas y los niños pequeños en las carpas, con temperaturas altísimas, haciendo necesidades en una bolsa», relata.

Una de las medidas más polémicas que llevó a cabo desde el Ayuntamiento se inició a raíz de que la Delegación del Gobierno anunciara la puesta en libertad de 270 personas del campamento que quedaron «a la deriva» en las calles de Arguineguín. Bueno contrató tres guaguas y los trasladó a la plaza de La Feria, en la capital grancanaria. «No me iban a dejar ese 'paquete' aquí (...) Fue una medida acertada porque gracias a eso pusieron solución a las 2.600 personas que estaban hacinadas: habilitaron los hoteles vacíos para alojarlos y se activaron centros como el Canarias 50 para darles un trato digno», insiste.

«Si no presionas, el Estado se relaja y nosotros hicimos lo que teníamos que hacer»

Sin embargo, la solución hotelera tampoco era una medida satisfactoria en el medio plazo y, de nuevo, Mogán protestó establecimiento una fecha límite para que los complejos hoteleros dejaran de ofrecer sus habitaciones. «Si no presionas, el gobierno se relaja. Nosotros somos un municipio turístico y debíamos garantizar la convivencia. Esa presión forzó al Gobierno a habilitar sus propias infraestructuras», puntualizó.

Publicidad

Echando la vista atrás, cabe la duda de si se hizo todo lo que se pudo por depurar responsabilidades y, por otro lado, si la crudeza de la situación consiguió incrementar los discursos de odio. Para ambas preguntas, Bueno tiene claro que actuó correctamente: tras presentar una denuncia por la dejación del Estado, la Justicia terminó archivando la causa. Sobre las manifestaciones que secundó, Bueno asegura que lo hizo desde un punto de vista de protesta por la situación pero «jamás alentamos discursos de odio». «Hay muchas cosas que me llevaré a la tumba». Contarlas ahora, sentencia, «no vale la pena».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Regístrate de forma gratuita

Publicidad