La selección

Aquí todos saben de todo, todos tienen conocimientos sobrados de cómo funciona la administración pública (¡Ay, que me da la risa!)

En periodo de pactos como el actual, el reparto de áreas (concejalías o consejerías, según la institución pública de la que se trate) es una ... constante. Los partidos que suman para gobernar se sientan para distribuir la tarta. A nadie se le escapa que unas áreas son de primera división y otras tienen un rol secundario, tanto a nivel presupuestario como mediático.Para entender lo que se nos viene encima hay que mirar atrás. Hasta cuando se confeccionaron las listas de los distintos partidos. Generalizar es injusto, pero aquí podemos saltarnos esta premisa, porque la realidad política es la que es, desde hace mucho tiempo. Las listas se diseñaron con unos criterios claros: se mira entre los afiliados y cuántos miembros tiene cada 'familia', así que unos para un lado y otros para otro; después se tira de los que estén dispuestos a rellenar las planchas con la promesa de que si se alcanza el poder, les caerá un cargo de confianza o una subdirección, una dirección general o una viceconsejería. ¿En qué rama? ¡Qué más da! Aquí todos saben de todo, todos tienen conocimientos sobrados de cómo funciona la administración pública (¡Ay, que me da la risa!) y se desenvolverán con solvencia (¡me parto!) en cualquier enclave donde haya que gestionar el dinero de todos. Partiendo de esta base, la selección de cargos que se lleva a cabo en estos momentos es para troncharse. O para llorar. CC y PP dijeron hace unos días, cuando firmaron su parto regional, que se iba a elegir según los perfiles más adecuados. Imagino que se refieren a alzar perfiles metálicos, porque los intelectuales y académicos brillan por su ausencia. En sus filas y en las de todos los partidos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Regístrate de forma gratuita

Publicidad