La víspera de la muerte de Raffaella Carrà, Televisión Española emitió en La 2 un más que interesante documental sobre la vida y obra de José Sacristán, que acaba de ampliar su palmarés con un premio nacional. Y el lunes por la noche, La 1 alteró su programación para rescatar un programa ya emitido -triste homenaje, por cierto, impropio de una cadena con esos recursos y ese coste- sobre la cantante y presentadora italiana. Ambos productos audiovisuales tienen bastante de complementarios, pues permiten al espectador, sobre todo a los más jóvenes, confeccionar un retrato de la España de los 70, esa que transitaba a la democracia, donde convivían el humor español de brocha gorda en los cines y el fenómeno del destape en la gran pantalla, con películas que arriesgaban, que se comprometían en reflejar una España real y también otras que llenaban las salas con versiones de grandes éxitos literarios. Y en la pequeña pantalla aparecía una señora que hablaba un español macarrónico, que bailaba como un derviche sin control y que llegaba con unas canciones que eran todo frescura, vitalidad, fiesta...
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Digamos que la Carrà contribuyó a poner color en una España que enterraba el negro inicial del franquismo, que intentó suavizar esa negrura adoptando los tonos grises de cierto liberalismo económico (que no ideológico). Y digamos que la Carrá fue algo así como nuestra particular ABBA, con unas canciones que han sobrevivido el paso del tiempo y que la colocan precisamente por eso en un olimpo musical donde están solo unos cuantos elegidos: quizás Camilo Sesto, Rocío Jurado y, ya puestos a hablar de vivos, Raphael y el Dúo Dinámico.
Ahora que tanto se mira a los más jóvenes y sus idas a los lugares turísticos por excelencia en busca de juerga, no está de más recuperar algunos de los grandes éxitos de la Carrà, que vienen como anillo a un dedo enjabonado. Y sin necesidad de adaptaciones tuneadas por el DJ de moda.
Otra cosa fue la Carrá que regresó a España en los 90, de nuevo en Televisión Española. Visto ahora con perspectiva, aquello fue un intento de la tele pública de ponerse a la altura de las cadenas privadas que ya habían desembarcado y que competían con fuerza, con TVE adoptando los modos de la televisión 'a la italiana' que había encumbrado Berlusconi y que ya tenía en España su propia versión con Telecinco.
Quedémonos, por tanto, con la artista de los 70. Esa que espero que 'Cachitos de hierro y cromo honre' como se merece, y no como hizo TVE el lunes.
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