140 pasos
Las venas abiertas ·
«...uno se vuelve a preguntar ¿qué prisa habrá? Si es necesario correr tanto para recuperar nuestra preciada 'libertad' cuando todavía nos puede aplastar contra el asfalto la guagua de la pandemia»El contador de mi reloj asegura que solo hay una distancia de 140 pasos entre el portal de mi casa y el puente que cruza la carretera que pasa por delante. Sin embargo, siempre acorto. Salto un quitamiedos y cruzo esos dos carriles en forma de autovía para llegar a la otra orilla que es, además, un linde emocional de la ciudad.
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Es una rutina innecesaria. Pero por lo que veo desde mi ventana no soy precisamente una excepción. Observo cada día esos movimientos torpes, el impulso sobre una pierna para pasar por encima de la valla, la contorsión hacia el otro lado para que la otra pierna complete la acción. La carrerita para atravesar la vía antes de ser aplastados por una guagua. Y siempre me pregunto lo mismo: ¿qué prisa habrá?
Eludimos esos 140 pasos como partícipes de una carrera en solitario en la que nadie nos persigue. Y en la que rara vez sería necesario atajar de esa forma tan temeraria. Un puente y una carretera son metáforas bien trilladas a lo largo de los años pero en mi subjetiva visión de las cosas me sirve para darme cuenta de esa manera de vivir en la que estamos atrapados, en este esprint por consumir la vida como si fuéramos atletas jamaicanos preparando la próxima prueba de los 100 metros lisos.
Así con todo. Me da cierto pudor descargar consignas moralizantes sobre esas imágenes del fin de semana en las que en las que algunas calles recuperaban el bullicio de una noche de carnaval. Porque encima uno estaba ahí para verlo. Pero tras cruzarnos el viernes enla calle Cano con un espectáculo de insultos, golpes y cristales rotos entre jóvenes con fachaleco y otros especímenes urbanos uno se vuelve a preguntar ¿qué prisa habrá? Si es necesario correr tanto para recuperar nuestra preciada 'libertad' cuando todavía nos puede aplastar contra el asfalto la guagua de la pandemia.
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