Pasión de 'touristlanes'

TRIBUNA LIBRE ·

El objetivo es claro: alcanzar el 0 vírico técnico. Que es lo único que devolverá las oportunidades de empleo a las 280.000 personas sin un trabajo en las islas

Sábado, 20 de marzo 2021, 21:24

Improv everywhere' (algo así como 'Improvisa en cualquier lado') es un grupo de artistas nacido en New York, que realiza actuaciones cómicas de manera imprevista dónde menos te lo esperas. Bromas -'misiones', las denominan- que tienen como único fin causar «un alegre caos».

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En una de sus improvisaciones, mucho antes de la pandemia, se les ocurrió pintar, sobre la acera de la Quinta Avenida de la ciudad de los rascacielos, una línea en el suelo que señalaba la separación entre el carril para caminantes neoyorquinos y el destinado a los turistas. Los cuáles, dada sus peculiaridades, 'patean' a distintas velocidades, como se podrán imaginar.

En el inicio de los 'carriles', unos operarios, que simulaban ser del ayuntamiento, iban preguntando a los viandantes si eran neoyorquinos o turistas, para así indicarles por qué lado debían transitar. 'Can you go, please, in the tourist lane, so as to increase the traffic flow. You can go slow and take pictures' le decían a un turista ('Por favor, vaya por el carril turista para aligerar el tráfico, que además le permite ir más despacio y hacer fotografías'). Y allá que todo el mundo cumplía sus indicaciones.

Algo se mueve en el concierto turístico internacional. A las puertas de una nueva no-Semana Santa en la que, por pura coherencia sanitaria, las restricciones a la movilidad y los toques de queda seguirán siendo una necesaria tónica habitual, no es menos cierto, por otra parte, que los sismógrafos turísticos de media Europa empiezan a detectar alguna que otra pequeña sacudida esporádica. Ínfimas aún, nivel 3,5 en la escala de Richter. Pero ilusionadamente esperanzadoras. Y apasionantes.

Sacudidas quizás provenientes de los miles de teclados de turistas alemanes que han agotado las limitadas plazas de avión disponibles hacia Baleares (una vez ha vuelto -al menos por ahora- al status de destino turístico seguro, al haber conseguido, el archipiélago hermano, rebajar su índice de contagios). O causadas por los cientos de maletas que empiezan a bajarse de lo alto del ropero, al chocar sus rueditas contra el suelo y comprobar que las mismas no han perdido la agilidad de antaño.

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En Canarias seguimos en 0 turístico. Y ahora mismo, aunque les suene extraño, personalmente opino es lo que mejor nos puede pasar en las próximas semanas, dados los aún preocupantes datos que presenta el Covid-19 en nuestras islas: en torno a 4.200 casos activos de coronavirus. Con unos índices acumulados de 70 y 130 nuevos casos por cada 100.000 habitantes en los últimos siete y catorce días, respectivamente. Y con lo peor de todo, un triste acumulado de más de 640 personas fallecidas en las islas desde el inicio de la pandemia.

Pero eso de lo mejor que nos puede pasar sólo debe estar referido a las próximas 4 o 5 semanas. No más. Porque una vez experimentado este nuevo y recogido paso silencioso de Semana Santa, en esta tierra ahora azotada por la zozobra turística, económica, laboral y social, necesitamos revertir urgentemente la actual situación sanitaria en cuanto a la presencia del coronavirus en las islas. Para, a continuación, revertir el dramático escenario económico, social y laboral que nos atenaza e invade.

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El objetivo es claro: alcanzar el 0 vírico técnico. Que es lo único que devolverá las oportunidades de empleo a las 280.000 personas sin un trabajo en las islas; y la des-hibernación a los 90.000 canarias y canarios a día de hoy parapetados laboralmente bajo la figura de los actuales ERTEs por fuerza mayor (la pandemia). Que por cierto tienen fecha de vencimiento: el próximo 31 de mayo, resaca -ojalá feliz- de nuestro próximo y especial Día de Canarias.

El referido objetivo de tumbar al virus no se logrará ni vía exigencia de responsabilidades (más de una, por supuesto que justificada) a la clase política dirigente de turno. Ni vía loas y alabanzas a promesas de planes y proyectos de los que mucho se escucha, pero por los que mucho...se espera.

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Tumbar al virus lo logrará usted, yo, aquel y la de más allá, de una manera tan simple como la de portar una mascarilla, ser higiénicamente responsable y, por supuesto, no disparatándose en fiestas privadas y prohibidas al esperpéntico grito de 'viva el Covid'. Que haberlas, las hemos visto y oído, para sonrojo y enfado de propios y extraños.

Contamos con vacunas conseguidas por la comunidad científica en tiempo récord, aún el proceso de vacunación esté resultando lento, o generando dudas respecto a posibles efectos secundarios no deseados. Disponemos de Pruebas Diagnósticas de Infección Activa (PDIA, los «tests»). Y Bruselas, our beloved Brussels, ya ha dado el visto bueno al Certificado Verde Digital (el pasaporte sanitario), que se constituye en factor disruptivo no discriminatorio conducente a permitir la reactivación de la movilidad internacional, del turismo, de nuestra economía y del empleo.

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Pasaporte sanitario en el que se integran, con máximo respeto y confidencialidad de datos personales básicos, el historial del viajero en cuanto a posible inmunización por vacuna ya recibida; o por ser portador de anticuerpos al haber superado ya la enfermedad; o en cuanto a carga negativa en Covid-19 tras test PCR o de antígenos realizado.

Todo lo cual -en el caso de los viajeros vacunados- la única diferencia que establece frente a los no vacunados, es que, para el viaje, exime a los primeros tanto de la obligatoriedad de tener que abrir sus fosas nasales...u otras...al palillo alargado de turno; como de tener que hacer cuarentena allí dónde estuviera impuesta. Con el importante consiguiente ahorro también frente al coste que supone hacerse un test. Más aún si es en 'pack familiar'.

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Ampliando dicho pasaporte las posibilidades de seguridad sanitaria tanto en el medio de transporte, como en el destino turístico del viajero, y en la interacción social entre población de acogida y visitantes. Y, en consecuencia, multiplicando exponencialmente para nuestras Islas la posibilidad de volver al ruedo turístico de manera estable y segura a partir del próximo verano.

Verano 2021 respecto al cual ya está tardando nuestro Gobierno regional en modificar el Decreto Ley 17/2020, de medidas extraordinarias en materia turística para afrontar la crisis sanitaria y económica producida por la pandemia. Cuyo objeto principal ha venido siendo el de regular las condiciones de acceso a los establecimientos turísticos de nuestras islas. Fijando dicho decreto ley la obligatoriedad, para cualquier viajero procedente de fuera de las islas, de presentar una PDIA negativa en Covid-19 como requisito indispensable para poder alojarse en un hotel o en un apartamento de Canarias.

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Porque dicho decreto ley regional, ahora que Bruselas ya ha dado conformidad al pasaporte sanitario, debe considerar desde ya la inclusión y el reconocimiento de dicho certificado digital como eximente de la referida obligatoriedad de test. Todo ello, ya sin temor...al Consejo de Estado.

Y sin perder de vista que, a la vez que se celebrará en Madrid el primer Fitur primaveral de la historia, el Reino Unido permitirá la reactivación del turismo a partir del 17 de mayo; que el estratégico operador aéreo y ttoo británico, Jet 2, va a poner en el mercado 50.000 asientos más de avión el próximo verano ante la alta demanda de vuelos; que Turespaña prevé al menos un 50% del volumen tradicional de turismo alemán; que Lufthansa empieza a duplicar vuelos hacia Baleares y Canarias; que la Eurocopa de fútbol tendrá lugar del 11 de junio al 11 de julio; y que una vez que España vuelva a proclamarse campeona de Europa...a las pocas semanas veremos encender el pebetero de las Olimpiadas de Tokyo...entre otras tantas noticias esperanzadoras.

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A pesar de los reveses que van surgiendo, tengo la sensación de que se aproxima un verano apasionante. Como aquella recordada 'Pasión de Gavilanes', pero a lo touristlanes. Carriles o rutas turísticas por tierra, mar y aire ávidas de movimientos sísmicos. Al feliz son verbenero de «Quién es ese hombre, que me mira y me desnuda, una fiera inquieta, que me da mil vueltas, lalalalalaaalaa,...'.

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