Sin reacción. Es como si los socialistas continuasen sobre la lona y la cuenta hasta diez se les hiciera eterna. El golpe del caso Mediador los ha dejado sin aliento, sin habla, sin apariencia de saber dónde están y qué deben hacer. Y el problema es que siguen en la lona un día tras otro.
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El impacto del caso es incuestionable. Tienen en su contra que el lado chusco del caso lo convierte en fácilmente comprensible para todo el mundo. Aquí cualquier españolito entiende que había un diputado y un director general que, supuestamente, conseguían dinero de empresarios a cambio de un presunto trato de favor. Y ese dinero se utilizaba para conductas privadas nada ejemplares. Es más, para comportamientos condenables. Comparado con eso, el caso Mascarillas es alta ingeniería financiera.
Por eso mismo, porque toda España habla de las juergas del diputado y de su sobrino, así como del general que quería que alguien contratase al «chocho volador», el PSOE tiene que dar un paso al frente. Pero es que hace todo lo contrario. El ejemplo lo vimos la semana pasada: empezó a preguntar a los diputados para saber quiénes habían ido a la cena organizada por Juan Bernardo Fuentes y, en lugar dar la lista y sostener que no hicieron nada irregular, optó por el silencio. ¿Acaso pensaban que la lista iba a seguir en secreto?
Cada día que pasa, las preguntas se acumulan y debería ser el partido que dejó que los Fuentes llegasen al poder el que ofreciera alguna respuesta. El silencio no es la mejor consejera cuando hay una crisis, y aquí la hay. Y no precisamente pequeña.
Hasta ahora, la primera reacción del PSOE ha sido sacar a paseo el caso Kitchen y la segunda el anuncio de una ley para asegurar la paridad. No son cuestiones menores pero difícilmente ayudarán a taponar la sangría que es el caso Mediador. Con Kitchen sucede que ya casi ha caído en el olvido. Vivimos unos tiempos tan atropellados que muchos ni se acuerdan de lo que supuestamente hizo el Ministerio del Interior en tiempos de Fernández Díaz. Y todo ello a pesar de la gravedad de las acusaciones y de la montaña de indicios.
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En cuanto a la paridad, llega también tarde como pantalla para ocultar el caso Mediador. Sobre todo cuando hablamos de unos Fuentes que no eran un prodigio de respeto a las mujeres: esos mensajes en sus móviles recibiendo un «catálogo de meretrices», como escriben los investigadores, son otro peldaño hacia el infierno de la desvergüenza.
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