En el ideario, y también en el argumentario, de buena parte del espectro político canario de centroderecha está la idea de que son los salarios ... los que te sacan de pobre. Pero la letra pequeña es compleja.
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Por un lado, efectivamente, apostar por la subida de los sueldos tiene la lógica consecuencia de que mejora las condiciones vitales de la clase trabajadora, siempre y cuando se parta de salarios acompasados con el ritmo del coste de la vida. De hecho, ya es un «clásico» de la memoria anual de Cáritas la advertencia de que a muchas personas ni trabajar las saca de pobres.
La subida del salario mínimo es, igualmente, una tabla de salvación, en tanto se cambien también los tramos de las cotizaciones a Hacienda, porque si no, nos encontraremos en el atolladero que hemos vivido justamente con la última subida del SMI.
Pero es preciso recordar también que hay quien no entra de ninguna de las maneras en esos supuestos, y me refiero a quienes reciben una pensión. Estas prestaciones suben a un ritmo bastante más lento que los salarios —que ya es decir— y, además, en las islas es frecuente que la jubilación que se reciba sea la no contributiva, especialmente entre las mujeres.
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Con estos mimbres, por mucho que lo diga el presidente del Gobierno, Fernando Clavijo, subir los salarios no es suficiente. Se requieren políticas activas para que el Ingreso Mínimo Vital o la Renta Canaria de Ciudadanía, desarrollados de aquella manera, no condenen a miles de canarios y canarias a no poder llevar una vida digna porque con todo, en las islas las tasas de pobreza y exclusión social siguen siendo para avergonzar a cualquiera.
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