Dios me dio orejas (grandes, ciertamente) pero no oído musical, de manera que no sé si Karel Mark Chichon es un grandioso director o uno más de la lista de quienes saben mover la batuta sobre el atril. Como también sería injusto valorando la calidad de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, que a tenor de sus éxitos dentro y fuera de la isla deben ser muchos. Y a partir de ese desconocimiento, evito también entrar en valoraciones sobre si la programación de la OFGC es sobresaliente, notable, buena, regular, mala o muy mala.
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Hechas esas consideraciones, lo que sí hice fue leerme con detenimiento la sentencia que desestima la demanda presentada por el que fuera gerente de la OFGC contra Chichon, la Fundación de la Orquesta y Antonio Morales. Supongo que no la amplió a más personas y entidades porque le faltó tiempo, porque se intuye que de ganas no andaba escaseado.
La demanda fue consecuencia del despido, que se realizó ajustándose a los criterios que recogían en su propio contrato. Y es evidente que todo el mundo tiene derecho a defenderse, pero también creo que cuando se pierde en los juzgados, de alguna manera habría que reconocer que los demandados también tienen su derecho a que el peso de las carga de la prueba que soportaron tenga su compensación. Por cierto, un dato que no es baladí: Roig buscaba, además de su reincorporación, una indemnización por 100.005 euros.
Si vamos a los hechos probados, que es la clave del asunto, ni uno de sus argumentos se sostienen. La jueza los va tumbando como fichas de dominó y lo hace tanto por las pruebas documentales como por las declaraciones testificales y lo aportado por demandante y demandados durante la vista judicial. No hubo acoso, no hubo despido caprichoso, no hubo una trifulca política con palabras fuera de tono... ¿Qué hubo entonces? Pues bastante de escandalera interesada, ciertamente un choque de egos y, por lo que se trasluce de la sentencia, alguien que desde el minuto uno estaba a gusto en su empleo porque creía que sus competencias deberían ser más amplias. Y que, a partir de esa frustración, fue buscando la manera de defenderse ante un despido que veía como inevitable.
Ah, también hubo algunos políticos, con importantes responsabilidades de gobierno y también en la oposición del Cabildo, que se prestaron a la componenda y que salieron trasquilados. Digamos que fueron instrumentos desafinados en la orquesta que pretendió dirigir Roig.
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