Museo Néstor

Lo digo con ironía y desconfianza porque, a fin de cuentas, si el Museo Néstor lleva más de un lustro cerrado por la incapacidad de dos administraciones para ponerse de acuerdo, ¿por qué confiar que de aquí a seis años esté culminada su rehabilitación, rediseñada la oferta museística y dispuesto todo lo que precisa un museo con servicios del siglo XXI?

El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y el Cabildo de Gran Canaria han anunciado esta semana un acuerdo, con algunos flecos pendientes, en torno al proyecto de rehabilitación. Si preguntamos en el consistorio municipal, la culpa de la demora es de los técnicos del Cabildo, y si lo hacemos en la entidad insular, la responsabilidad de todo estriba en el Ayuntamiento y en su tardanza en definir qué quería hacer en un recinto que goza de un elevado nivel de protección, de manera que no se puede entrar en él como elefante en cacharrería. Sinceramente, ha llegado un momento en que ya me da igual si la culpa es de unos o de otros al 100%, al 60/40% o al 50%. Es lo de menos porque si en lugar de un museo o cualquier otra oferta cultural estuviésemos hablando de reformar un inmueble o incluso levantarlo de la nada para atraer a este o aquel inversor de fuera, todo habría sido mucho más rápido. Y si hubiese hecho falta cambiar la normativa, pues también. Lo digo pensando también en un segmento de la clase política que critica cuando se cambian las reglas del juego para introducir mecanismos que agilizan los procedimientos y que, luego, cuando les interesa, aplican esos mismos cambios para atender a un tercero que siempre es inversor privado. ¿Nos ponemos a recordar, por ejemplo, las críticas a la modificación en su día de la Ley del Suelo y luego la benevolencia con que se han utilizado sus resortes con ciertas iniciativas? El interés estratégico ya se sabe que es como el color del cristal con que se mira...

Bienvenido sea el consenso entre Ayuntamiento y Cabildo, con sus respectivos técnicos, sobre la reforma del Museo Néstor. Ahora solo queda que la maquinaria administrativa no se pare.