Desde su llegada al cargo, la Confederación Canaria de Empresarios (CCE) parece vivir una etapa de paz. Me refiero a su presidente, Pedro Ortega, que ... este jueves hizo de maestro de ceremonias y anfitrión en el tradicional almuerzo navideño de la patronal de Las Palmas, una cita que congrega habitualmente a una amplia representación del sector privado y también de quienes tienen representación en el mundo institucional y en el político.
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En realidad lo que ha conseguido Pedro Ortega -un mérito compartido con el equipo directivo de la CCE- es que la procesión de las discusiones vaya por dentro. Porque haberlas, haylas pero, por el bien de la Confederación,sigue funcionando el principio de mantener los debates de puertas adentro y, sobre todo, que no se pierdan las formas. ¿Un ejemplo? La diferencia de posiciones de las sectoriales a cuenta de la continuidad de Ceisa en el muelle de Arguineguín. En estos días hemos conocido el parecer de dos importantes patronales, como son Asinca y la de construcción, pero la CCE, como tal, ha optado por no pronunciarse sabedora de ese choque de trenes. Y lo mismo cabe decir de su presidente, que procede precisamente de una de esas dos sectoriales.
Con esa premisa de la prudencia, que ojalá se mantenga en el tiempo, Pedro Ortega subió a la tribuna del hotel Santa Catalina con un discurso cuidado en las formas pero con mensajes de calado. Digamos que no fue una faena de aliño a ver cómo salía del trance y pasaba de las palabras a los turrones, los polvorones y las peladillas.
Con elegancia pero con contundencia, repartió alguna 'bofetada' y también dejó alguna reflexión. La primera coincidió con lo que supongo que es denominador común en todas las organizaciones patronales de España: el aviso a la navegante Yolanda Díaz de que ya está bien, pues una cosa es respetar la capacidad del Gobierno de mandar y otra diferente instalarse en la imposición, máxime cuando hay sobradas razones para preguntarse qué respaldo parlamentario tienen algunas decisiones del poder. Y no hay que olvidar que la soberanía reside en el legislativo...
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En cuanto al debate sobre el turismo, Pedro Ortega defendió, como era de prever, el negocio y al sector que lo sustenta, pero no se desmarcó de la necesidad de reflexionar sobre qué está fallando para que se haya generado cierta desafección en la ciudadanía canaria. Una desafección que será mayor o menor, pero que está ahí y que no va a desaparecer por sí sola.
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