Granada viste sus mejores galas para la cumbre comunitaria que, de paso, permite a Pedro Sánchez lucirse como anfitrión. El semestre de presidencia española está ... marcado, como no podía ser de otra manera, por la interinidad del Ejecutivo tras las elecciones de julio pero nadie duda de que Sánchez se pasea por Granada como si tuviese la investidura asegurada.
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Estamos ante la cumbre que marca el inicio de la ampliación de la Unión Europea. Pero hay que abordar con extremo cuidado ese proceso. El club comunitario ha vivido ya la experiencia traumática de la salida de uno de sus miembros, con el añadido de que hablamos de un país de tanto peso político y económico como el Reino Unido. A eso se une el desapego que hay por la propia UE en naciones de la relevancia de Francia e Italia, por no hablar del discurso anticomunitario que se está extendiendo por otros estados.
Por contra, son varios los países que tocan en las puertas de la UE y que lo hacen con insistencia. Entre ellos está Ucrania, como también hay otros que igualmente ven en la UE un paraguas frente al expansionismo ruso que sufre la propia Ucrania. Por si fuera poco, hasta Granada se ha desplazado el presidente Zelenski para aprovechar el cónclave comunitario e insistir en la necesidad de más medios militares para combatir a los rusos, un discurso que abona la tesis de que esa guerra se va a cronificar y pasaremos años con un conflicto latente en el Viejo Continente. Una guerra que ganará el que esté dispuesto a aguantar más tiempo con un desgaste en vidas e infraestructuras muy elevado.
Con todos esos ingredientes en la coctelera, Europa como espacio unido puede morir de éxito a base de ampliaciones precipitadas. Sobre todo si no se dan pasos sólidos y acelerados para garantizar una cohesión real. Porque este club comunitario continúa siendo una organización muy desigual, donde hay moneda única para quien lo desea y un Banco Central Europeo que pesa mucho en las políticas económicas, pero donde cada cual hace de su capa un sayo en materia fiscal. Y mayores son todavía las diferencias en el ámbito de la protección social o en elementos tan controvertidos como las políticas migratorias.
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Mientras la UE no resuelva esas contradicciones, crecer por aquello de presumir que en lugar de 27 estados son 35, sólo servirá para dar más argumentos a los que creen que Europa ha fracasado y que una salida a tiempo es la mejor opción.
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