Del director

Contradicciones

Francisco Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Lunes, 26 de agosto 2024, 22:58

Las organizaciones agrícolas de la península llevan semanas reclamando al Gobierno de España, a través del Ministerio de Agricultura, que introduzca cambios en la normativa ... sobre extranjería para facilitar la contratación de mano de obra inmigrante. De lo contrario, advierten, habrá cultivos cuyos frutos difícilmente podrán ser recogidos en tiempo y forma, pues se quejan de que no hay mano de obra residente y que todo son trabas administrativas para traer a foráneos.

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La noticia, cuando te la cuentan y vives en Canarias, genera una sensación contrapuesta: no sabes si reír con ironía o llorar a lágrima suelta ante la evidencia de que vivimos en un mundo de contradicciones. Aquí llevamos tiempo reclamando una salida a la inmigración;en Madrid hasta el muy conservador Banco de España subraya que este país necesita inmigración para sostener su sistema productivo y, sobre todo, el modelo de prestaciones públicas, con especial atención a las pensiones, y sin embargo no hay manera de que los grandes partidos y todas las autonomías se sienten para articular un modelo migratorio que no sea simplemente decir que hay que hacer más altos los muros y más cortantes las vallas en las fronteras.

La hoy alcaldesa de la capital grancanaria y en su momento ministra de Sanidad, Carolina Darias, ya se enfrentó a esa contradicción cuando estaba en Madrid: en plena pandemia le insistieron en que había que crear una especie de puente aéreo con Marruecos para facilitar la llegada de hombres y mujeres de aquel país para recoger las fresas de Huelva. Todo ello en un momento en que el país magrebí había cerrado sus fronteras por la proliferación de contagios. Pues bien, se obró el milagro de encontrar la fórmula por el bien de garantizar que las fresas onubenses llegaran a los mercados.

Quizás sea cuestión de que Fernando Clavijo, presidente de Canarias, identifique un nicho de mercado laboral en la península que precise de migrantes y enfoque la reclamación de soluciones para las islas hacia ese negocio. Parece una broma de mal gusto, pero no lo es. Se trata tan solo de la evidencia de que, para algunos, la solidaridad va unida al bolsillo, de forma que si peligra un negocio, sí se da por bueno que llegue mano de obra extranjera. De lo contrario, cuanto más lejos estén, mejor.

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Así las cosas, cuando alguien en esa España peninsular que no quiere ser solidaria con Canarias pida fresas de Huelva, que recuerde qué manos las recolectaron.

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