La polarización del debate político, que ya se notó en las elecciones autonómicas y locales del pasado 28 de mayo, se agudiza en la campaña ... para las generales del 23 y condiciona las estimaciones demoscópicas. En el caso de Canarias, el sondeo de GAD3 prevé un empate en escaños entre socialistas y Partido Popular -con tres diputados por provincia para cada formación política-, a lo que se añadirían dos para Sumar y uno para Vox.
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De confirmarse esa estimación, el mapa político canario en las Cortes sería casi un calco del estatal, mientras que en las últimas décadas la singularidad isleña ha tenido una voz diferenciada a través del nacionalismo. En 2019, Coalición Canaria y Nueva Canarias confluyeron electoralmente y consiguieron un escaño por cada provincia. Ahora, los intentos de reeditar aquel acuerdo no llegaron a buen puerto y se presentan por separado, con lo que el riesgo de no tener representación se acrecienta.
Si finalmente se diese ese escenario y la cuota canaria en el Congreso quedase únicamente en manos de los partidos de ámbito estatal, habría que recordar a los parlamentarios electos que, más allá de la lealtad a sus siglas, se deben a los votantes que los eligen. Los quince escaños en juego en el archipiélago, ocho en la provincia de Las Palmas y siete en la de Santa Cruz de Tenerife, no deben convertirse en voces silentes que se limitan a actuar al dictado del jefe de filas de cada grupo. Un espacio como Canarias, con unas singularidades que no tienen otras autonomías y que derivan de su condición de archipiélago alejado del espacio continental, precisa de hombres y mujeres comprometidos con la defensa de esa realidad. Evidentemente, la decisión de los votantes está fuera de toda crítica; lo que sí habrá que fiscalizar es si esos 15 diputados olvidan de dónde vienen, con qué votos llegan a las Cortes y a quiénes se comprometen a defender.
En cuanto al escenario estatal, el tracking diario de GAD3 continúa dibujando dos bloques ideológicos en el que el conformado por PP y Vox lleva la delantera, con opciones de mayoría absoluta. Sin embargo, el partido de Santiago Abascal presenta en estos últimos días síntomas de agotamiento, mientras en el otro lado de la balanza la ofensiva mediática de Pedro Sánchez le permite recuperarse, si bien a distancia del PP. Sumar, por su lado, no acaba de superar los resultados de Podemos hace cuatro años, y eso a pesar de que Yolanda Díaz está lanzando un arsenal de promesas, muchas de ellas irrealizables, salvo que se quiera condenar al país a la bancarrota.
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